En 1900, la compañía alemana de chocolates Hildebrands realizó una serie de postales ilustradas imaginando las maravillas de la vida en el año 2000.
Las interpretaciones futuristas imaginaban a personas vestidas al estilo de finales del siglo XIX disfrutando del ocio y de comodidades ilimitadas habilitadas por un siglo de avances tecnológicos.Las innovaciones previstas iban desde cosas no muy desencaminadas, como retransmisiones en vivo de obras de teatro, a lo absurdo como una especie de megacubierta de vidrio para una ciudad entera, a prueba de temporales.También vaticinaban que la población del futuro pasaría sus vacaciones de verano en el Polo Norte, a dónde llegaría en flamantes y modernos globos aerostáticos. Otra forma de turismo que preveían sería famosa serían los viajes en submarino.Con el “control del tiempo”, por supuesto, el clima ya no sería un problema.Tampoco sería un problema para la policía descubrir infraganti un robo gracias a los rayos X con los que estarían dotados los agentes del futuro.Los nuevos medios de transporte: el barco-rail y los aerostáticos particulares.No acertó mucho, ¿no? Pero, al menos, el autor de las postales, tenía imaginación.
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