
Héctor, figura central en la mitología griega, es hijo de Príamo, rey de Troya, y de Hécuba. Hermano de Paris, esposo de Andrómaca y padre de Astianacte, se destaca en la guerra de Troya como el más valiente entre los troyanos, antes de ser abatido por Aquiles en combate.
Héctor en la Ilíada
En la Ilíada, Héctor es uno de los personajes más fuertes, comparable a Aquiles, el héroe griego de origen divino. Homero lo describe como “quien resiste”, un héroe notable por sus hazañas, como el asalto a las naves griegas (Libro XV) y el enfrentamiento con Patroclo (Libro XVI) después de que Aquiles se retirara de la batalla.
En el Libro VI de la Ilíada, Héctor tiene un emotivo encuentro con su esposa Andrómaca y su hijo Astianacte. Andrómaca le suplica que no vuelva al combate, temiendo por su vida. Héctor, sin embargo, responde:
Sé bien en mi ánimo y en mi corazón que llegará el día en que perezcan la sagrada Ilión, Príamo y su pueblo.
Ilíada, VI, 447–449

Este pasaje revela su conciencia del destino trágico que le espera, pero también su firme determinación de cumplir con su deber.
En el Libro XXII, Homero narra el duelo final entre Héctor y Aquiles. Héctor, sabiendo que está destinado a morir, enfrenta a Aquiles con valentía. En un último intento por salvar su honor, propone un pacto: “Júrame, Aquiles, por los dioses, que si me das muerte, no ultrajarás mi cuerpo” (XXII, 254–255). Aquiles rechaza cualquier acuerdo y mata a Héctor, atando su cuerpo al carro y arrastrándolo alrededor de las murallas de Troya.
Héctor en la Eneida
Héctor también aparece en el segundo libro de la Eneida de Virgilio. Se le presenta en un sueño a Eneas la noche en que Troya es conquistada, para advertirle del peligro y exhortarlo a huir de la ciudad:
¡Hijo de la diosa, huye! Y arranca de las llamas a Troya. Los enemigos tienen ya sus murallas; Troya se desploma desde lo alto.
Eneida, II, 289–291

Este episodio destaca la figura de Héctor como un protector de su pueblo, incluso después de su muerte.
El carácter y los valores de Héctor
Héctor es presentado como un hombre generoso, profundamente apegado a su patria, a sus padres, a su esposa Andrómaca y a su hijo Astianacte. Lucha no por recibir honores ni por odio o ambición destructiva, sino porque considera su deber defender su patria, el reino de su padre y el centro de su familia y afectos. Por estas razones, Héctor es visto como un hombre de elevada estatura moral, ajeno a la avaricia de riquezas y poder, y siempre dispuesto a comprender y perdonar, incluso a Helena y a su hermano Paris, a quienes muchos culpan de la guerra.
En el Libro VI de la Ilíada, cuando Héctor se despide de Andrómaca, se muestra su lado más humano y vulnerable. Ella le dice:
Héctor, tú eres para mí padre y madre y hermano, y tú eres mi esposo florido.
Ilíada, VI, 429–430

Los temores de Héctor
Héctor sabe que Troya caerá, pero no duda en luchar por defenderla, temiendo la vergüenza de retirarse. Enfrenta su destino sin expresar miedo ni cobardía, a pesar de saber que su adversario, Aquiles, es fuerte y cuenta con el favor de los dioses. En su último enfrentamiento, Héctor se muestra consciente de su destino, pero no retrocede:
No me escaparé ni evitaré la lucha, ni me retiraré, aunque sé que es contra un enemigo más fuerte.
Ilíada, XXII, 99–100
Las últimas palabras de Héctor
Herido de muerte por la lanza de Aquiles, Héctor implora que su cuerpo sea devuelto a sus padres a cambio de un rescate. Sin embargo, Aquiles lo rechaza con ferocidad, prometiendo dejar su cuerpo a merced de perros y aves. Antes de morir, Héctor predice la próxima muerte de Aquiles:
“Te ruego por tu vida, por tus rodillas, por tus padres, no dejes que me devoren los perros a orillas de las naves aqueas”.
—“No me supliques, perro, ni por mis rodillas ni por mis padres”.
Ilíada, XXII, 338–346
