En estatuas, grafitis o incluso en repostería, Napoleón es un personaje omnipresente en Ajaccio, su lugar de nacimiento, donde el bicentenario de su muerte debería permitir redescubrir la influencia de Córcega en un personaje tan amado por algunos como controvertido.
Napoleón Bonaparte nació el 15 de agosto de 1769, en Ajaccio hijo del abogado Carlos Bonaparte y María Letizia Ramolino. Donde si vas, te lo vas a encontrar ya, de inicio, en su aeropuerto, al que se le dio su nombre en 2011 y donde se encuentra un busto de bronce suyo. Al llegar a la ciudad, con el coche, vas a tener que pasar por varios y diferentes “Napoleones” de arte callejero, con sombrero de tres picos y medallas militares, antes de llegar a Cours Napoleon, una avenida central rodeada de cafés y hoteles… como no, homónimos.
Hacia la estación, un Napoleón asoma desde una ventana falsa en el último piso de un hotel. Más adelante, está la Casone, una explanada de fiestas y lugar de recreación de las batallas napoleónicas.
“Ajaccio es la memoria de Napoleón con casas alrededor”, resumía el poeta Emile Bergerat ya en el siglo XIX. En el casco antiguo, un pan de cúrcuma y azafrán premiado por la guía Gault y Millau ha sido bautizado como “pan de Napoleón”. Y en la tienda Empires, los símbolos napoleónicos (abeja, bicorne, laurel, águila, corona) se estampan en ropa o accesorios. Napoleón una y otra vez. Sin embargo, los episodios más grandiosos de Napoleón, como sabemos, no ocurrieron en Ajaccio: las batallas, su coronación, su fastuosa corte imperial.
Por otro lado, la construcción intelectual de este joven se hizo en parte en Ajaccio, en una isla amenazada por constantes luchas políticas: pisanos, genoveses, franceses.. y entre ellos escisiones, bandos, güelfos, gibelinos… Napoleón es un personaje consustancial a la ciudad y a su tiempo.
Es al mismo tiempo uno de los personajes favoritos de los franceses, creador del bachillerato, el código civil o la Legión de honor… y también es uno de los más controvertidos por su forma de gobernar mientras estuvo en el poder entre 1799 y 1815, en particular se suele recordar el restablecimiento en 1802 de la esclavitud además de la espiral de muerte y guerras en la que sumió a toda Francia. Pero los políticos de Ajaccio no tienen esas dudas, Laurent Marcangeli, alcalde de la ciudad, declaraba hace unos días:
Las polémicas en torno a Napoleón no me gustan porque, nos guste o no… Francia ganó mucho, progresa tecnológicamente y en términos de derecho logró mucho más (con Napoleón) que en un siglo de revueltas. Es una historia de éxito personal, una historia sin precedentes.
Hace falta más trabajo científico para explicar bien a este personaje. Lamento esta enfermedad francesa de la autoflagelación.
Napoleón estaba reflexionando sobre cuestiones muy modernas como el estatus de los judíos, el lugar de la cultura…
Jean-Guy Talamoni, presidente de la Asamblea de Córcega, partidario de la independencia de la isla, declaraba:
quedan muchas cosas por investigar, en particular la relación de Napoleón con Córcega y lo que debe su actuación política a su formación en la isla
Historiadores de la Universidad de Córcega aseguran que Napoleón no estaba muy interesado en Córcega, pero está claro que la isla avanzó, muestra es su Constitución, adoptada en 1755 y considerada por algunos como la primera constitución democrática en la historia moderna.
Napoleón debería abrir al mundo la historia de la otra Córcega, aquella que se adhirió a Pascal Paoli (1725-1807) político, filósofo y militar. Una figura clave del nacionalismo insular y los años de independencia de la isla, tras la partida de los genoveses en 1755 y la adhesión a Francia en 1768. Los corsos afirman que, en el siglo XVIII, Paoli y Napoleón situaron a Córcega en el epicentro de la Historia de Europa. Según comentan:
Nosotros, los corsos, no tenemos que elegir entre Paoli y Napoleón, los tenemos en nuestro ADN, nuestra herencia, y uno no se puede explicar sin el otro. Debemos mirar esta herencia y tratar de convertirla en algo dinámico
