Spurius Ligustinus, el soldado más laureado de la historia de Roma

Posiblemente, mejor soldado de Roma y sus legiones, sin duda.

No hay mayor honor para un militar que recibir una medalla, ya no una Laureada de San Fernando —que a penas se dan ya—, sino una Medalla al Mérito o una Medalla Militar. 

Recompensas y méritos militares en la Antigua Roma

La antigua Roma no era diferente, en cuanto a recompensas militares, de los ejércitos actuales. También tenían sus “medallas” , incluso muchas más de las que se dan hoy en día, premios al valor y al coraje, o al ser el primero en escalar un muro enemigo (la muralis). Ejemplo de ello era Spurius Ligustinus, el mejor soldado de la historia. Polibio, historiador griego que vivió en Roma, aseguraba que aquellas recompensas, y lo que ellas otorgaban (dinero y respeto) hacían que las legiones tuvieran ese espíritu de lucha con tanto afán de superación.

Hoy en día estamos acostumbrados a ver esas recompensas militares con forma de medallas, que van al pecho o en el cuello. Las romanas eran en su mayoría coronas, sí coronas como las de poner en la cabeza, de diferentes tipos. Una gran victoria naval podría valer, por ejemplo, una Corona Naval (Corona Navalis), de oro con pequeñas proas de barcos como decoración.

Embarcación romana

Cada corona era diferente y no la más valiosa era la de oro. La más prestigiosa eran una que estaba hecha de flores, hierbas y cereales: la Corona Obsidionalis. La condecoración más difícil de obtener. Se le concedía a un general que rompía un sitio o que, de alguna forma, salvara un ejército a punto de ser aniquilado. Ese mismo ejército salvado era el que se encargaba de confeccionar la honorable corona.

Modelos de corona/recompensas de Roma

Ya que el soldado raso no podía alcanzar nunca la Corona Obsidionalis, su máxima aspiración era la Corona Cívica, no es que esta fuera el equivalente en tropa a la anterior, pero sí tenía una estima similar. Era una auténtica medalla de honor. Para ser merecedor de la Cívica, el soldado (o ciudadano), tenía que salvar la vida a un compañero o matar al enemigo que tratara de asesinar a algún romano, salvando también la vida de este.

Así dicho suena fácil, salvas la vida de otro y, ¡premio!… Pero en realidad no era tan sencillo, ya que el hombre salvado debía dar testimonio de su rescate para que el héroe pudiera optar a la recompensa, y resulta que a los romanos no les gustaba nada admitir que necesitaban ser salvados por otra persona.  Además, el hombre rescatado pasaría a tener una deuda de por vida reconocida con su salvador, al cual deberían tratar a partir de entonces como a un padre, con todo lo que conllevaba eso. Por lo tanto, la mayoría de los valientes soldados no recibían nada.

¿Quién fue el mejor soldado de la historia de Roma?

Posiblemente fue Spurius Ligustinus, un hombre real y un tipo diferente de soldado. Un campesino pobre que vio una vía de escape a su situación en el servicio militar. Apenas tenía unas tierras que no cubrían ni la mitad de un campo de fútbol y que casi no le daban ni para comer.

Provenía de las zonas altas de los Apeninos, de una raza dura que no se lo puso fácil a Roma cuando trataban de dominar toda Italia: Los Sabinos. A Spurio le tocó luchar en el marco de la Segunda Guerra Púnica, en la que Roma combatía contra Aníbal (218-201), un conflicto casi interminable que dominaría las próximas décadas. Pero no le tocó luchar en los terrenos principales, vayan ustedes a saber si hubiera caído en la Batalla de Cannas… Por el contrario fue movilizado a las campañas en Macedonia, aliado de Cartago, con el fin de evitar la unión de las tropas macedonia-púnicas.

Denario romano republicano del magistrado M. Sergio Silo. Roma, 116 ó 115 a.C., MAN

Sirve en los hastati,  la primera línea de la formación de infantería de tres líneas de Roma. Eran hombres jóvenes en forma y con grandes habilidades para la lucha. La idea era que adquiririeran experiencia en esa posición y, con aquellos que sobrevivieran, tras algunos años se les promocionaba a la línea media de los Príncipes.

Historial Militar de Spurius

Había pasado 22 años de gloriosos servicios en el ejército. Por ser considerado el mejor soldado de toda Roma se presentó una solicitud al consulado para dar un último ascenso al gran soldado. Cuando escucharon los argumentos de sus generales y su testimonio propio, el consulado trasladó la propuesta al Senado, en donde se aprobó su ascenso a Primus pilus, rango máximo que un soldado raso podía alcanzar en el ejército romano de entonces.

A sus órdenes se encontraban todos los demás centuriones y soldados de la legión y por encima de él solo estaban el Legado de Legión —legatus legionis—, el tribuno laticlavio y el praefectus castrorum. Por su experiencia participaba también en las reuniones del Estado Mayor.

*No se puede dejar sin mencionar en un artículo sobre héroes romanos a Dentato, el que está considerado como el más grande de toda la historia de Roma. Si bien, siempre aparece como oficial (por eso recibió una corona obsidional) y a veces hay que destacar a la tropa, cuyas medallas cuestan bastante más ganarlas.

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