
En el sur del Perú, donde el legado cultural sigue vivo y la transmisión del conocimiento se ve reforzada por las clases particulares, emerge también uno de los mayores misterios de la arqueología mundial: las Líneas de Nazca. En 2024 y 2025, un equipo de la Universidad de Yamagata junto a IBM revolucionó su estudio aplicando inteligencia artificial para detectar figuras casi borradas por siglos. Cientos de nuevos geoglifos han sido documentados, y con ellos cambia la forma en que entendemos este desierto único.
@historianatgeo 🕷️ La IA nos ha ayudado a encontrar cientos de figuras en las Líneas de Nazca, pero ¿podría ayudarnos a descifrar su significado? Así es como la tecnología se está convirtiendo en una aliada de la investigación arqueológica. Nos lo cuenta @elcubildepeter en Historia National Geographic. #aprendeentitktok #aprendecontiktok #historia #culturageneral #arqueologia #aprendeentiktokok
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Un enigma milenario bajo la mirada del siglo XXI
Nazca IA 2025 es el nombre con el que han bautizado una auténtica revolución en arqueología. Durante décadas, las pampas de Nazca se exploraron con métodos tradicionales: fotografía aérea, sobrevuelos en avionetas, caminatas exhaustivas. Sin embargo, la vastedad del desierto y la fragilidad de las líneas —algunas de apenas unos centímetros de profundidad— hicieron que miles de figuras permanecieran invisibles.
Lo que cambió en los últimos dos años fue la introducción de un sistema de inteligencia artificial entrenado con imágenes aéreas, satelitales y de drones. Gracias a él, los arqueólogos pudieron detectar patrones débiles que pasaban inadvertidos al ojo humano. El salto es cuantificable: en septiembre de 2024 se anunciaron 303 nuevos geoglifos figurativos. Y en julio–agosto de 2025, la cifra creció con 248 figuras adicionales. En apenas 24 meses, se casi duplicó el corpus de dibujos conocidos.
La arqueología aumentada: cómo trabaja la IA en Nazca
Entrenamiento del modelo
El equipo de Yamagata y IBM alimentó al algoritmo con miles de imágenes etiquetadas por arqueólogos. El sistema aprendió a distinguir entre accidentes naturales, huellas modernas de vehículos y trazos antiguos.
Detección de candidatos
La IA no “descubre” por sí sola. Lo que hace es generar mapas de probabilidad: señala manchas, líneas curvas o rectas que podrían ser geoglifos. El valor añadido es que rescata lo que ya casi ha desaparecido bajo erosión, pisadas o trazados de carreteras.
Priorización del terreno
El desierto de Nazca mide cientos de kilómetros cuadrados. Con recursos limitados, había que elegir dónde excavar o documentar. La IA permitió jerarquizar zonas, multiplicando la eficacia de cada campaña.
Validación en campo
La arqueología clásica sigue siendo insustituible. Equipos de especialistas verificaron in situ los trazos, tomaron fotografías, medidas y realizaron dibujos técnicos. La clave está en la combinación: máquina que sugiere, humanos que confirman.
Qué muestran los nuevos geoglifos
Iconografía ampliada
Las nuevas figuras no se limitan a animales estilizados. Entre ellas se identificaron llamas, figuras humanas y, lo más impactante, escenas de decapitación. Este último motivo enlaza con tradiciones rituales del área surandina, donde la cabeza cercenada tenía un valor simbólico.
Escala y visibilidad
A diferencia de los grandes trapecios o aves que impresionan desde el aire, muchos de los geoglifos hallados son pequeños y casi invisibles al ojo humano desde tierra. Los investigadores sugieren que estaban vinculados a senderos rituales: marcas para quienes caminaban y no para ser vistas desde el cielo.
Cronología probable
Los estudios estratigráficos y comparativos sitúan estas figuras entre el 200 a. C. y el 650 d. C., es decir, desde el período Paracas tardío hasta el Nazca medio. Refuerzan la idea de que el desierto fue un paisaje ritual en transformación durante siglos.
Cronología de la investigación reciente
- 2019–2022: el equipo de Yamagata descubre 168 figuras con drones y refina la metodología.
- Septiembre 2024: publicación del hallazgo de 303 nuevos geoglifos gracias a IA.
- Julio–agosto 2025: anuncio de 248 figuras adicionales, confirmadas por prensa peruana e internacional.
En apenas seis años, las pampas han pasado de unas 200 figuras registradas a cerca de mil.
El pulso político: conservación en 2025
Las líneas no son solo patrimonio cultural: también son territorio en disputa. En junio de 2025, el Gobierno peruano revirtió un recorte del área protegida que había facilitado la entrada de minería informal. Tras la presión de arqueólogos y UNESCO, se recuperó la delimitación original y se creó un comité técnico de vigilancia.
Mensaje claro: cuantos más geoglifos se descubren, más superficie debe ser protegida y monitoreada. Y aquí la IA también puede jugar un papel, detectando intrusiones, huellas de vehículos o cambios en el terreno.
Nazca IA 2025 y la viralidad cultural
¿Por qué esta noticia explota en redes cada vez que aparece?
- El misterio: figuras invisibles durante siglos aparecen súbitamente.
- La tecnología: la IA, tema candente, aplicada a lo ancestral.
- El impacto visual: mapas, fotos antes/después, siluetas resaltadas.
El futuro de Nazca IA 2025 pasa por dos ejes:
- Mayor escala de detección: integrar imágenes satelitales de altísima resolución y aprendizaje continuo.
- Monitoreo activo: que los mismos algoritmos sirvan para alertar de amenazas en tiempo real.
En palabras del profesor Masato Sakai, director del proyecto:
“La IA no sustituye al arqueólogo; lo potencia. Nos permite dedicar el tiempo a lo que importa: comprender el pasado y protegerlo”.
Una reflexión abierta
El desierto de Nazca es, en sí mismo, un libro escrito sobre la tierra. Cada figura añadida es una página recuperada. Pero ese libro solo se conserva si aprendemos a leerlo sin destruirlo. Igual que un maestro enseña a su alumno los signos y significados de una lengua, los arqueólogos transmiten a la sociedad el valor de estas líneas. Y como en cualquier aprendizaje —sea matemática, historia o un idioma—, la clave está en mirar con otros ojos.
Quizá esa sea la mayor lección de Nazca IA 2025: que la tecnología no reemplaza la mirada humana, sino que la entrena para ver lo invisible.