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La Sentencia del General Sherlock

Un desertor puso en peligro a Melilla durante su asedio, el segundo no se podía permitir

Entre el 9 de diciembre de 1774 y el 19 de marzo de 1775, Melilla sufrió el mayor asedio de los varios que tuvo a lo largo de su historia, conocido como “El sitio de Melilla”.

Un ejército de treinta o cuarenta mil hombres, bajo el mando del sultán de la dinastía Alahuí Muley Mohamed III y bajo asesoramiento británico, atacaron con artillería y minas las fortalezas de la plaza española durante algo más de tres meses.

El sitio de Melilla de 1774-75

Gracias al aguante de las tropas españolas que resistieron el ataque durante 100 días, durante los cuales se bombardeaba sin piedad “El Pueblo” y a que, ya en 1775, nuestra Armada interceptó un convoy británico que traía enseres para los sitiadores; el sitio se fue desestabilizando, levantándose el 19 de marzo e 1775.

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GRABADO DE 177. Realizado por Juan José Granche. Representa la Plaza durante el asedio del Sultán de Marruecos Muley Abdalah de 177 4-75.

Durante el asedio, la población se refugió en unas cuevas excavadas en la roca bajo las fortalezas de la plaza conocidas como Cuevas del Conventico y Cuevas de la Florentina, ambas visitables y musealizadas hoy en día.

Las tropas españolas

Al mando se encontraba el General Juan Sherlock, hijo de Pedro Sherlock, coronel que fue del regimiento irlandés de Ultonia. Juan Sherlock ingresó en el Ejército en 1719 y participó en el sitio de Gibraltar (1727), la reconquista de Orán y la campaña de Extremadura (1735); así como en diferentes campañas en Italia y Portugal. En 1768 era brigadier al mando del regimiento de Hibernia. En 1774 fue nombrado comandante general de Melilla, o Mariscal, por Carlos III ante el inminente ataque del sultán de marruecos.

El número de tropas destinado a la defensa de la plaza, a la vista de que el enemigo sería más numeroso de lo previsto (123.500 efectivos), se aumentó hasta los 3251 hombres, incluidos los 300 de las compañías fijas y 200 artilleros, cifra a la que habría que sumar los 800 desterrados que en aquel momento había en Melilla.

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Cuadro extraído del trabajo dedicado a Miguel de Loaiza publicado por la Ciudad Autónoma de Melilla

Esta cifra no fue un capricho, pues su cálculo se ajustó a las posibilidades de las fortificaciones, ya que no podían admitir mayores efectivos.

Así se hizo también con la artillería, cañones y morteros se mantenía una cifra similar al de las propuestas anteriores, porque la fortificación no admitía tampoco más piezas (78 cañones y 10 morteros), como se puso de manifiesto durante el sitio de Melilla.

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Polvorín del siglo XVI (Actual Museo Militar de Melilla) una de las construcciones más antiguas de Melilla

Las deserciones durante el asedio

Aunque la mayoría de deserciones tuvieron lugar, curiosamente, en el ejército del sultán, también se produjeron entre los españoles, quizás más compresibles debido al hostigamiento que estaban sufriendo. Hay dos registradas.

El primer desertor

Según los diarios de operaciones que se conservan, entre los cuales destacan los de Francisco de Miranda, Juan Cavallero (ingeniero), Miguel Fernández de Loaiza (sanitario) y uno de un oficial anónimo; fueron varias las deserciones entre los defensores. Este es un extracto del diario de Loaiza, ya de 1775:

El 28 (de febrero) se pasó al campo enemigo un soldado alemán del regimiento de Nápoles, y es el primero que se ha desertado de la guarnición.

No se sabe qué motivos pudieron asistirle al tomar esta resolución, cuando la comida la tienen de sobra, y el vino (si es que lo compran, pues con las faenas que hacen lo tienen cuanto quieren sin costarles el dinero) vale á dos cuartos el cuartillo.

Además se les trata bien, disimulándoles las faltas leves; siendo todavía mas estraño el que haya recaído esta falta en un regimiento de gente tan devota, que continuamente, en lo que llevamos de sitio en Melilla, está llena la cueva que sirve de iglesia, de sus oficiales y soldados;

y el capitán de su compañía, Ortiz, parece que se quiere convertir en estatua, según lo estático que se queda queriéndose comer los santos.

melilla siglo xviii
Plaza de Melilla siglo XVIII

Más tarde (el día 1 de marzo), el propio Loaiza escribió, extrañado del cambio de los bombardeos enemigos:

El soldado desertor informaría á los enemigos no tirasen á la Plaza, porque sus habitantes estaban guarecidos en cuevas, sino á los fuertes exteriores, donde había multitud de tropa á descubierto.

Por lo que la deserción de un solo hombre estaba poniendo en riesgo a todos. Se confirmó más adelante, por medio de espías que tenían los españoles entre los marroquíes, que el desertor se había convertido en confidente del sultán, pero por poco tiempo. Aquí está la transcripción del confidente, también según el diario de Loaiza:

El día 2 entró confidente y confirmó nuestras sospechas sobre el desertor, añadiendo:

que el Emperador le preguntó cómo estaba la Plaza de artillería, víveres y gente, á lo cual había satisfecho aquel diciendo; que gente había sobrada; artillería mucha por montar, porque no había donde ponerla, hallándose toda la muralla coronada de piezas de batir;

que los víveres andaban de suerte que tiraban la galleta y nadie la comía, porque un pan de trigo valía un cuarto y á lo mas dos, y que el vino, si alguna vez querían comprarlo, porque lo daban sin tasa, costaba el más caro á dos cuartos el cuartillo.

Oyendo esta narración el Emperador, dice que le replicó: ¿Por qué, pues, te vienes teniéndolo todo de sobra, donde no has de comer jamás tocino ni beber vino?

Has sido traidor á tu Rey y al país donde naciste, por gusto de hacer mal, nada bueno puedo esperar de ti, yo que nada le debo…

y mandó que le cortaran la cabeza.

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Cañones y munición conservados en el Museo Militar de Melilla

El segundo desertor

Otro de aquellos desertores, un granadero del Regimiento de Bruselas, fue capturado en la playa antes de pasarse al bando enemigo.

Se desconoce la causa de esta fuga, puesto que según las fechas indicadas en la documentación parece ser que quería unirse a las tropas de Muley Mohamed en su retirada o incluso unirse a los últimos efectivos que dejaron para cubrir aquella retirada.

No obstante, y debido a que pudiera darle información al sultán que generase un nuevo ataque, fue capturado y ajusticiado pocos días después. Su condena, ejecutada por el Comandante General de Melilla, el propio Sherlock, se conserva en el Archivo Intermedio Militar de Melilla y estos días han difundido tan dura transcripción:

Sentencia original

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(Archivo Intermedio Militar de Melilla) Sentencia del General Sherlock

Sentencia (transcripción del original)

En la Ciudad Plaza y Fuerzas de Melilla á veinte y dos días del mes de Abril de mil setecientos setenta y cinco

El excelentísimo Sr. D.Juan Sherlock Comandante General della, haviendo visto y reconocido el Proceso seguido sumariamente contra Antonio Fayet Granadero de la segunda Compañía del Regimiento de Infantería de Bruxelas,

por el delito de haber escalado el Fuerte de Santa Isabel, intentando desertar a las ocho de la noche del día de ayer veinte y uno del presente al Campo enemigo, y que fue apreendido en inmediato á la Playam de cuio Crimen se halla plenamente convencido:

atendiendo á lo literal y dispositibo de la Real Orden inserta en el Proceso con fecha de veinte y cuatro de marzo del año pasado de mil setecientos setenta y cuatro, y el ningún arbi-trio que deja en semejantes casos mui dignos de la Justa consideración de ebitar semejantes atroces delitos

Debía mandar y mandó se le imponga al expresado Granadero Antonio Fayet la Pena ordinaria de horca en Conformidad de lo que Su Majestad tiene declarado;

Y por esta su sentencia assi lo pronunció y mandó y que se egecute inmediatamente para su pronto y exemplar escarmiento de toda la guarnición.

Melilla veinte y dos de Abril de mil setecientos setenta y cinco.

desertor melilla
General Sherlock (firma)

Fuentes:

Centro de Historia y Cultura Militar / Archivo Intermedio militar de Melilla /Fernández de Loaiza, Miguel. Sitio puesto a Melilla por el emperador de marruecos en 1774.

Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.
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