En la nueva edición de Zenda-Edhasa, El jorobado de Notre Dame vuelve a surgir como lo que siempre fue: una novela histórica y gótica a la vez, donde la catedral no actúa de escenario sino de conciencia. Prólogo de Arturo Pérez-Reverte, traducción íntegra y revisada de Andrés Ruiz Merino, e iconografía de Augusto Ferrer-Dalmau: un paratexto que orienta, contextualiza y abre la puerta grande al lector de hoy.
Argumento general y estilo narrativo
Ambientada en el París de 1482, la novela entrelaza el destino trágico de Quasimodo, Esmeralda y el archidiácono Frollo con la vida palpitante de una ciudad que asciende por las naves de su gran templo. La Fiesta de los Locos pone en marcha un rosario de secuestros frustrados, juicios y persecuciones que culmina en una tragedia inevitable.

Hugo escribe con narrador omnisciente y un registro coral, pródigo en digresiones históricas y descripciones arquitectónicas; incluso se permite capítulos-ensayo —ese célebre “Ceci tuera cela”— que hoy siguen desafiando al lector.
El tono bascula entre la épica sombría y una piedad humanísima por los marginados, capaz de convertir la fealdad en virtud moral.
Por qué leerla hoy

Claves de la edición Zenda-Edhasa
Aquí el valor añadido es nítido: prólogo que levanta el telón con la palabra griega ἈΝΆΓΚΗ grabada en la torre —la “necesidad” trágica que cruza la fábula—; traducción de Andrés Ruiz Merino que airea la sintaxis decimonónica sin desfondarla; y cubierta de Ferrer-Dalmau que viste la aventura con iconografía reconocible. Todo, en un volumen limpio y legible.
Recepción: lectores y crítica
Entre críticos a los que sigo, se repite otra idea que comparto: Hugo “mata dos pájaros de un tiro”: escribe una novela de aventuras a la manera de Walter Scott y al mismo tiempo protesta por el abandono del patrimonio.
Y hay quien la corona sin rodeos como obra cumbre del romanticismo. Yo me quedo con un consenso transversal: Notre-Dame no es decorado, es personaje; y el lector termina con la sensación de haber caminado la catedral por dentro… y quizás también algo de París.
Cuando, en el libro, el archidiácono Claude Frollo proclama su enigmático «Ceci tuera cela» («el libro matará al edificio»), fórmula que Hugo desarrolla a continuación en el Libro V, capítulo II (“Esto matará aquello”), condensa una tesis cultural: en la Edad Media la arquitectura fue el gran libro de la humanidad —una “escritura de piedra” que enseñaba doctrina, historia y poder—, pero con la imprenta ese liderazgo simbólico pasa al papel.

Una frase que, si la buscas en internet, da a mucha gente pie para reflexionar sobre cómo cambia el soporte que sostiene la memoria colectiva y, con él, nuestra forma de mirar el pasado. De ahí su efecto práctico: al conmovernos por el destino de la catedral, la novela aviva la conciencia patrimonial y, bueno… según dicen muchos, en su tiempo, impulsó a Francia a realizar las grandes restauraciones decimonónicas, mayormente dirigidas por Viollet-le-Duc.
Valoración personal
Ficha técnica
- Título completo: El jorobado de Notre Dame (Notre-Dame de Paris, 1831)
- Autor: Víctor Hugo
- Editorial y colección: Zenda-Edhasa, colección de aventuras
- Fecha de publicación (ed. Zenda-Edhasa):
- Número de páginas: 672
- ISBN: 978-84-350-5575-8
- Prólogo: Arturo Pérez-Reverte
- Traducción: Andrés Ruiz Merino
- Ilustración de cubierta: Augusto Ferrer-Dalmau
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