En la sociedad española del siglo XVII destacaban cinco estados legales para las mujeres: doncella casta, perfecta casada, sumisa religiosa, viuda y regulada prostituta.
Fuera de estos estados legales se situaban las mujeres libres. Una expresión esta última que aparece con frecuencia en textos de la época y que causaron no poca fascinación entre lectores y escritores cortesanos como Francisco López de úbeda, Alonso Castillo Solórzano entre otros.
La mujer libre era contemplada en aquella época como una amenaza al orden social, itinerantes obsesionadas por la riqueza y las ventajas económicas del matrimonio. Mujeres que usaban la mentira y se hacían pasar por damas de la alta sociedad, de origen converso, astutas y viciosas.
Había mujeres que descaradamente optaban por la libertad y que estaban fuera del control institucional de la sexualidad. La libertad sexual desligada del burdel; el burdel como espacio social regulado en el que la mujer ‘mala’ podía ubicarse. Para los estudiosos de la época, era un ‘mal necesario’ para la sociedad. Se puede decir que las pícaras literarias imperaban contra Dios y contra el hombre; pecadoras que cruzaban los límites de la moral.
Las pícaras literarias se negaban a aceptar su condición social y por ello terminaban casándose una o más veces como fue el caso de Justina Díez, protagonista en la obra La Pícara Justina de Francisco López de Úbeda en 1605. Una novela narrada por el propio personaje. Una narración, que según algunos estudios, refleja un discurso antifeminista ya que vemos como Justina hace alardes de esa vida libre, al mismo tiempo que rechaza la libertad para la mujer.
En la obra, Justina alude a esa servidumbre forzosa hacia los maridos y como esta es contraria a la naturaleza. Explica para qué fueron creados los hombres y las mujeres, exponiendo respecto a estas últimas, que la mujer fue hecha para ayudar al hombre en la reproducción del linaje. Podemos ver como la dualidad entre la libertad y lo conservador está presente en la obra.
Justina hace uso de su erotismo y encantos femeninos para conseguir sus propósitos, cambiar de estatus social. Se burla de los hombres que se acercan embelesados por su belleza y descaro. Su afán de medro le lleva a robar y engañar. Pícara y mujer libre, así es como se define.
Pícara en cuanto a que comparte ciertas características con la figura del pícaro como sus orígenes humildes, la baja catadura moral, la codicia o el uso del ingenio para amedrentar. Una mujer que no se arrepiente del daño que pueda ocasionar.
Mujer libre porque su ambición es tener una estabilidad económica. Justina fue de las tres pícaras que presenta la literatura en la España del Barroco (Justina, Elena y Teresa), la primera mujer pícara que cuenta su historia y que defiende su honra por encima de todo.
El intento por mermar la libertad de las mujeres libres fue más allá ya que llamó la atención de autoridades de aquella época. La situación económica de aquel momento perjudicó notablemente a las mujeres pobres tanto que se daban a la prostitución, al zascandileo y a la utilización del matrimonio para garantizar su sustento.
Fuentes:
COLL-TELLECHEA, Reyes. Contra las normas. Las Pícaras Españolas (1605-1632). Ediciones del Orto. Madrid, 2005.
HANRAHAN, Thomas. La mujer en la Novela Picaresca. Madrid: Porrúa, 1967.
