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Misticismo y poder en la Persia safaví: rebelión, profecía y represión

Las transformaciones de los estados orientales apenas se estudia en Occidente por su complejidad, aquí una parte de esa historia.

En el mundo contemporáneo, relativamente estable, resulta difícil concebir el impacto que generaron las invasiones mongolas a partir del año 1206. Los testigos contemporáneos presenciaron con horror montañas de cadáveres, ciudades en llamas, asesinatos y saqueos de gran envergadura. Aunque los descendientes de Genghis Khan adoptaron una postura más urbana y se acercaron a los pueblos conquistados, el impacto inicial de los eventos fue descomunal.

Genghis Khan
Estatua de Genghis Khan en su mausoleo.

Los pueblos tuvieron que adaptarse a su nueva realidad, emergieron nuevos movimientos religiosos que prometían un futuro brillante para enfrentar la nueva era, algunos de ellos igual de apocalípticos que los sucesos que habían presenciado. De las cenizas del antiguo orden político, surgieron nuevos Estados que buscaban legitimidad a través del favor de los mongoles, mientras que las nuevas corrientes religiosas buscaban infundir esperanza y resistencia en los sometidos. Una serie de eventos concatenados, que solo podían originarse en tales condiciones, condujeron a una extraña historia en la que un rey persa permitió que el líder de un culto tomara el trono para cumplir con profecías apocalípticas.

El auge del sufismo durante las invasiones mongolas

La invasión mongola fue un acontecimiento que tuvo un impacto significativo, pero especialmente en el mundo islámico, con la caída del califato abasí y la devastación de ciudades como Bagdad en el año 1258. Las violentas conquistas de las tierras de habla persa en Asia central y occidental por parte de los mongoles llevó a la gente común a buscar respuestas en lo sobrenatural de lo que estaba pasando. El sufismo, una forma de misticismo islámico, y otras formas de devoción no asociadas con ninguna institución se convirtieron en la fuente de esas respuestas que la gente necesitaba.

El sufismo tuvo sus orígenes en personalidades carismáticas que se involucraban en el ascetismo y la unión mística con lo divino, lo que atraía seguidores que se reunían a su alrededor para recibir orientación. Con el tiempo, el sufismo se institucionalizó y se establecieron órdenes lideradas por un “shaij” que llevaba a sus seguidores a purificarse con rituales y oraciones. Estas órdenes sufíes se autentificaron con linajes oficiales que se remontan a Mahoma a través de su primo Ali ibn Abi Talib.

Alí Santa Sofía
Sello caligráfico con el nombre de Ali, en Santa Sofía

En respuesta a la brutalidad de los mongoles, las masas y las élites se volvieron hacia el sufismo y la religión popular. Figuras como Ali Ibn Abi Talib, Alejandro Magno y figuras persas legendarias como Rustam e Isfandiyar vieron un aumento masivo en su popularidad como héroes anti-mongoles. Ali era especialmente popular como figura santa, ya que era un héroe común compartido entre el chiísmo, el sufismo y las formas locales de religión popular. El sufismo también ofreció una estructura para organizar seguidores devotos en torno a un líder carismático.

En este contexto, los líderes políticos reunieron a su alrededor un séquito de devotos seguidores, tanto musulmanes como no musulmanes, pero que veían en sus líderes a sus guías espirituales que podrían llevarlos a  salvación. Además, sectas chiítas no ortodoxas comenzaron a adoptar la jerarquía y los sistemas organizativos de las órdenes sufíes, y ganaron popularidad debido a su extrema devoción por Ali y sus doctrinas que actuaban como un elemento diferencial contra las instituciones mongolas.

Hurufismo, la religión de las letras

Uno de estos grupos chiíes que adoptó la estructura sufí como medio de propagación fue el culto conocido como Hurufis o Letristas. Fundado por Fazl-Allah Astarabadi en la ciudad de Astarabad, Irán en el siglo XIV, este culto surgió a partir de la ambición espiritual de su fundador, un hombre erudito nacido en una familia de alfaquíes sunitas en 1339. Aunque estudió derecho coránico, Fazl-Allah se convirtió en un derviche errante, una especie de religioso viajero y, durante el Ramadán de 1374, tuvo una experiencia mística que lo llevó a creer que era una manifestación de la divinidad y que debía ser el fundador de una nueva religión.

Esta nueva religión se basaba en la ciencia de las letras, considerando que las letras árabes tenían un significado cósmico y un poder inherente similar a la magia. A pesar de haberse separado oficialmente del Islam, los Hurufis continuaron venerando la figura de Ali, lo que les permitió encajar entre los chiítas no ortodoxos. Adoptando la estructura organizativa de una orden sufí, Fazl-Allah acumuló seguidores lo suficientemente numerosos como para llamar la atención de las autoridades mongolas, lo que le llevó a ser ejecutado en 1394.

sufíes
(Hamed bin Fazl-Allah Jamali, Antología ilustrada del Diwan)

Los nuktaví, la religión de los puntos

El Hurufismo también experimentó una escisión durante la vida de Fazl-Allah, como a toda religión oriental que se precie. Mahmud Pasikhani, un seguidor de la secta, estaba fascinado por las letras persas “adicionales” (los “puntos”) que se habían inventado para acomodar los sonidos del idioma persa que no se encuentran en el árabe. Para Pasikhani, estas formas también tenían un significado metafísico suficiente como para formar la base de una nueva religión. Por lo tanto, se separó de las doctrinas letristas establecidas y fundó una nueva secta llamada nuktaví o Puntistas, inicialmente dentro de los letristas.

Los puntistas creían en cuatro ciclos cósmicos que ocurrían cada 6.000 años, marcando cada ciclo el comienzo de una era de dominio persa o árabe. Pasikhani predijo que un evento apocalíptico marcaría el fin del ciclo árabe y el comienzo de una nueva era persa. Estas doctrinas apocalípticas y anti-árabes alarmaron a los antiguos compañeros letristas de Pasikhani, lo que resultó en su expulsión del grupo y el desarrollo de su doctrina como religión a parte.

Pasikhani había estructurado su nuevo culto de manera similar a los letristas y a las órdenes sufíes que los precedieron. Tanto los Letristas como los Puntistas se extendieron principalmente entre la clase media alfabetizada de las poblaciones urbanas, y no entre las masas analfabetas de las zonas rurales, debido a la naturaleza altamente cultural y filosófica de sus enseñanzas. Finalmente, los Letristas emigraron hacia el oeste, hacia el Imperio Otomano, mientras que Pasikhani falleció antes de ver ese comienzo de la nueva era persa que había profetizado.

La espiritualidad del Imperio Persa Safaví

Un imperio que aprovechó el desarrollo de estas tendencias espirituales fue el Imperio Safaví en Persia, fundado por Shah Ismail en 1501. Los Safavíes comenzaron como una orden sufí que pasó de padre a hijo con un linaje que se remontaba hasta Ali, primo y yerno del Profeta.

Retrato de Shah Ismail I de Persia (1487-1524)
Retrato de Shah Ismail I de Persia (1487-1524),por el pintor italiano Cristofano dell’Altissimo

Bajo el liderazgo de Shah Ismail, los safavíes se militarizaron y se expandieron hasta convertirse en un estado. Ayudó que la madre de Shah Ismail fuera una princesa mongola descendiente de Genghis Khan, complementando la autoridad espiritual del linaje de su padre con una autoridad política a través de su madre. El motor de la militarización y politización de los Safavíes fue la creación de una sociedad guerrera derviche de soldados turcomanos llamada Qizilbash. Qizilbash significa “pelirrojo” en referencia a las extrañas gorras que usaban para simbolizar a Ali, porque la imaginación popular se creía que era pelirrojo.

Los Qizilbash atribuyeron a Shah Ismail como una de las encarnaciones de Ali e incluso como una manifestación de lo divino. Estaban tan obsesionados con las doctrinas de Shah Ismail que eran capaces de comerse los cuerpos de los enemigos que se negaban a darle su apoyo. Los Safavíes, con sus soldados turcomanos, conquistaron rápidamente gran parte de Persia, mientras que Shah Ismail amplió el alcance de su orden sufí. Siendo el Shaij de esta orden, trató a sus cortesanos como sufíes, imponíendoles rituales de iniciación y siendo su guía espiritual. Aceptó a musulmanes y no musulmanes como parte de su orden en expansión y fomentó concepciones más populares del chiísmo, convirtiéndolo en la religión oficial de su nuevo imperio.

Los Puntistas en la Persia safaví

Como hemos comentado, los Safavíes se convirtieron en un estado musulmán chiíta que gobernó Persia desde 1501 hasta 1736. Y, también en Persia, surgían los puntistas, la secta sufí que se centraba en el estudio y adoración de la caligrafía que marcaba las diferencias del persa con el árabe, una escisión de los hurufíes, que, a pesar de la muerte de su líder se sentían como en casa en este nuevo entorno persa. No eran sunitas ni chiítas, pero encajaban fácilmente en los extremos del chiísmo alentados por el estado Safaví que tenía un corte más “nacionalista” persa.

Qizilbash
Representación de un guerrero Qizilbash

Tuvieron tanto éxito que los Qizilbash, estos guerreros chiítas que eran el brazo armado de los safavíes, comenzaron a confraternizar con ellos e incluso, algunos, llegaron a unirse a la orden Puntista. Esto generó un aumento en su popularidad llegando incluso a ser admirados por sus vecinos indios, los mogoles.

Después de Shah Ismail, los sucesivos emperadores Safavíes, quisieron implementar progresivamente el chiísmo ortodoxo como religión del estado anulando los elementos religiosos más díscolos centrándose especialmente en los puntistas y los sunitas. Así, la secta nuktaví vió sus días más aciagos pasando por varios periodos de represión y persecución.

Hacia 1571, los puntistas intentaron proclamar al emperador Safaví Tahmasp como su mesías, pero los Qizilbash no lo permitieron, ya no estaban de su lado. Esto generó un efecto contraproducente para el estado safaví: la militarización de la secta. Así, los puntistas, crearon su propia fuerza militar buscando, más que atacar al estado, su propia defensa y un espacio propio dentro los ejércitos del emperador.

Shah Abbas y su relación tuvo con los Puntistas

La erradicación de la secta puntista llegaría durante el reinado de Shah Abbas. Según una de las versiones sobre el fin de este movimiento religioso, cuando ya los pointistas militarizados, se habían extendido por todos los dominios de Shah Abbas, teniendo gran popularidad en ciudades tan importantes como su capital, Qazvin,

No se sabe si el propio Shah Abbas acudía a las reuniones del líder puntista del momento, Dervish Khusraw, o lo quería tener controlado personalmente, el caso es que los propios guerreros de la secta creyeron que su líder era superior al emperador e iniciaron una rebelión en la región de Fars hacia 1591. Cual fue su sorpresa cuando los ejércitos de Shah Abbas sofocaron rápidamente la sublevación y no les tembló el pulso al ejecutar a todos los líderes de la misma.

Sah Abbás, rey de los persas. Ilustración de Dominicus Custos, de su obra: Atrium heroicum Caesarum pub. 1600-1602.
Sah Abbás, rey de los persas. Ilustración de Dominicus Custos, de su obra: Atrium heroicum Caesarum pub. 1600-1602.

Poco después llegarían informes a la corte de que el propio Dervish Khusraw estaba planeando un alzamiento, lo que llevó a la represión de los puntistas de la capital y a la ejecución de Dervish Khusraw en 1592.  En 1594, los pointistas restantes proclamaron una profecía de que uno de los suyos ocuparía el trono y marcaría el final de la era persa en medio de una terrible masacre.

Shah Abbas no lo dudó, bajó a sus calabozos, subió a un prisionero de la secta puntista y lo nombró rey… esperó tres días, y como vio que no sucedía nada, sacó su espada y ejecutó al prisionero. A los pocos minutos ordenó la persecución y muerte de cualquier puntista que se encontrase en sus dominios. Los que pudieron escapar se refugiaron en el Imperio mogol, junto al emperador Akbar en India. Alarmado por las acciones de su vecino, Akbar le envió una carta reprendiéndolo por su intolerancia religiosa.

 

En esta narrativa, eliminar a los pointistas siempre fue parte del plan de Shah Abbas para instaurar oficialmente el chiísmo ortodoxo como la religión del estado. Con esto, Shah Abbas puso fin formalmente al auge de la espiritualidad posterior a los mongoles en Persia, reduciendo a fuego lento a la población a un chiísmo ortodoxo más sobrio que continúa hasta el día de hoy.

Mr. Echo

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