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La sociedad y la vida cotidiana en el Antiguo Egipto

Una sociedad estratificada bajo el mando del faraón

En la cúspide de la escala social del Antiguo Egipto se encontraba el faraón, considerado una divinidad en la tierra. En el extremo opuesto se hallaban los campesinos, obreros, artesanos, soldados y comerciantes. Los campesinos, aunque podían poseer una pequeña huerta, una casa y algunos animales, estaban atados a la tierra que trabajaban y llevaban una vida ardua. En los períodos entre cosechas, eran reclutados como mano de obra para la construcción de los grandes monumentos. Solo los esclavos, generalmente prisioneros de guerra, ocupaban una posición social inferior.

La clase dirigente estaba formada por altos funcionarios, nobles y sacerdotes. A los nobles se les encomendaba el gobierno de las provincias, cargos en la corte y el mando de divisiones del ejército. Sin embargo, siempre buscaron constituir núcleos de poder autónomos, poniendo en jaque en varias ocasiones la estabilidad de la monarquía y la unidad del estado.

Los sacerdotes también ejercían un fuerte poder político, tanto como guardianes de las doctrinas sagradas como administradores de los templos, verdaderas instituciones económicas que recibían tributos en especie de los fieles y donaciones del faraón.

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Control de Ofrendas en la tumba de Rekhmire

Escribas, funcionarios y el poder de la escritura

En un lugar privilegiado se encontraban los escribas, encargados del control y conteo de los tributos, así como de la redacción de documentos diplomáticos, usando la escritura jeroglífica. Para los asuntos internos se usaba el papiro, mientras que para el comercio y la diplomacia con el extranjero se empleaban las más resistentes tablillas de arcilla. Como señala el historiador José Miguel Parra en su obra “Gentes del valle del Nilo: La sociedad egipcia durante el período faraónico”:

El dominio de la escritura era un elemento de poder y distinción social en el antiguo Egipto. Los escribas, gracias a su habilidad para leer y escribir, ocupaban puestos clave en la administración y gozaban de un gran prestigio

 

Avances científicos y técnicos al servicio del imperio

Una civilización tan sofisticada como la egipcia desarrolló una cultura técnico-científica estrechamente vinculada a la resolución de problemas prácticos. Los conocimientos geométricos y aritméticos se aplicaban en la construcción de grandes edificios y obras hidráulicas, así como en el cálculo de superficies cultivadas. Las prácticas de embalsamamiento probablemente determinaron el profundo conocimiento de la anatomía humana. También alcanzaron importantes logros en química, cirugía y astronomía, conociendo las fases lunares, los eclipses y el movimiento de los planetas. A ellos pertenece el calendario más antiguo conocido.

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Jardín de Nebamun

Religión, muerte y vida eterna

La religión, otro elemento característico de la cultura egipcia, poseía una compleja teología poblada por decenas de divinidades zoomorfas, dominada por el culto al dios Sol. El culto a los muertos y los ritos funerarios eran de gran importancia, basados en una intrincada visión de la vida y el mundo. Para los egipcios, todas las formas de la realidad eran manifestaciones diversas de una única esencia, y cada ser humano renacía tras la muerte, al igual que el sol cada mañana. Para asegurar este renacimiento, era necesario preservar el cuerpo mediante la momificación, técnica que desarrollaron de manera asombrosa.

Las tumbas que contenían la momia se llenaban de objetos, alimentos y enseres necesarios tanto en la vida terrenal como en el más allá. Como describe el egiptólogo británico John Romer en “Los últimos secretos del Valle de los Reyes”:

Los antiguos egipcios creían que la muerte no era el final, sino un paso hacia otra forma de existencia. Por ello, proveían a sus difuntos de todo lo necesario para continuar su vida en el más allá, convirtiendo las tumbas en auténticas ‘casas de eternidad’

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Vida cotidiana en el Nilo: Comida, mobiliario y pasatiempos

Los ajuares funerarios son una valiosa fuente para conocer las costumbres de los antiguos egipcios, ya que solían dotar sus sepulturas de todas las comodidades para continuar su confortable existencia en el más allá. En las paredes de las tumbas se representaban escenas de la vida diaria, y en aquellas que escaparon a los saqueos se conservan ricos ajuares casi intactos.

La base de la dieta eran el pan y las legumbres, mientras que las clases acomodadas disfrutaban de una gran variedad de verduras, frutas y carnes, especialmente aves, ovinos y cerdos, aunque la carne era un privilegio por su alto costo. La bebida más popular era la cerveza, al alcance de todos, mientras que el vino se reservaba para altos funcionarios y la corte del faraón.

Los muebles se construían con madera o fibras trenzadas, incluyendo mesas, sillas y estanterías. Las paredes se decoraban con telas coloridas y los suelos se cubrían con esteras que a veces servían de lecho. Los colchones se apoyaban sobre un entramado de fibras vegetales, y en la cabecera había un reposacabezas a menudo decorado con la imagen de Bes, dios protector del sueño.

Para entretenerse, los egipcios disfrutaban de magos, acróbatas, músicos, bailarines y lectores. También apreciaban los juegos de mesa, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días, así como los juegos de movimiento al aire libre, con figuras practicando ejercicios gimnásticos representadas en las paredes de las tumbas. Entre los pasatiempos más populares estaba el “fenet”, similar a las damas, que se jugaba en un tablero rectangular dividido en casillas, con el objetivo de completar el recorrido evitando ciertas casillas. Este juego sigue vigente en muchas zonas de Oriente Medio.

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Tumba de Ramsés III, Valle de los Reyes, Luxor, Egipto

Higiene, cosmética y moda en las orillas del Nilo

La mayoría de la población se lavaba en el Nilo o en los canales, mientras que las clases altas podían permitirse un cuarto de baño con retrete e incluso una especie de ducha. Usaban sosa y pastas hechas de grasas animales y vegetales con yeso o caliza como jabón. Para combatir los olores corporales recurrían a sustancias aromáticas como incienso, alumbre o mirra, y para el aliento masticaban pastillas de “kyphi”, hechas de semillas de astragalus, pasas y miel. Para lavarse las manos antes de las comidas utilizaban una pequeña palangana y una jarra con pico vertedor de metal.

Otorgaban gran importancia al cuidado personal y la belleza. Hombres y mujeres se maquillaban los ojos con kohl, un polvo negro a base de galena, malaquita y otros minerales, que además de embellecer, se creía que protegía contra el mal de ojo y las infecciones oculares. Las pelucas, elaboradas con cabello humano o fibras vegetales, eran un accesorio fundamental tanto para la élite como para las clases populares. Servían para proteger la cabeza del sol abrasador y como símbolo de estatus. Los aceites perfumados, ungüentos y cremas hidratantes eran de uso habitual para cuidar la piel en el clima seco del desierto.

Como describe la egiptóloga francesa Christiane Desroches Noblecourt en su obra “La mujer en tiempos de los faraones”:

La belleza era un asunto de estado en el Antiguo Egipto. Las mujeres de la corte, en particular, dedicaban gran parte de su tiempo a los rituales de embellecimiento, que incluían baños, masajes, maquillaje y peinados elaborados.

primera reina faraon egipto

El lino era el tejido más extendido, aunque también florecía la producción y comercio de telas bastas de rafia y lana. Las telas a menudo se teñían con ocre de origen mineral y tintes vegetales. La producción textil era principalmente un trabajo femenino. Durante la XVIII dinastía se introdujo el telar vertical, que permitía tejer telas de gran tamaño incluso en espacios reducidos. Los egipcios conocían un gran número de técnicas de tejido.

El Antiguo Egipto nos dejó un legado inmortal que ha perdurado a través de los siglos. Sus monumentos colosales, como las pirámides de Giza y los templos de Karnak y Luxor, siguen desafiando el paso del tiempo y atrayendo a millones de visitantes cada año. Pero más allá de estas maravillas arquitectónicas, los antiguos egipcios nos legaron un rico patrimonio cultural que abarca desde su enigmática escritura jeroglífica hasta sus avanzados conocimientos médicos, pasando por su compleja religión y su sofisticado arte.

Este legado ha influido profundamente en la civilización occidental, inspirando a artistas, escritores y pensadores a lo largo de la historia. Desde la fascinación por Egipto en la época romana hasta el surgimiento de la egiptología como disciplina científica en el siglo XIX, el magnetismo del Antiguo Egipto nunca ha dejado de cautivarnos. En palabras del célebre egiptólogo alemán Jan Assmann en su libro “Egipto: Historia de un sentido”:

El Antiguo Egipto es mucho más que una civilización desaparecida; es una presencia viva que sigue interpelándonos y revelándonos nuevas facetas de su inagotable riqueza cultural. Estudiar el Antiguo Egipto es emprender un viaje iniciático hacia los orígenes de nuestra propia civilización.

La Piedra de Rosetta
La Piedra de Rosetta

Redacción

Equipo de Redacción / Notas de Prensa / Agencias
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