Cada vez quedamos menos, pero algunos aún hacemos la conversión de los precios de las cosas a pesetas… aunque sea por cachondeo.
Y lo hacemos porque nos hace “gracia” ver lo que antes pagabas con tus 100 pesetas y que ahora —al cambio 60 céntimos— no te llegan ni para un café (ni para medio casi). Esas 100 pesetas que la mayoría recordaremos como “los 20 duros”.
¿Qué quiere decir “duro”, refiriéndose a una moneda?
El “duro” era el nombre que recibía la moneda de 5 pesetas en España, por si algún lector lo desconocía. Seguro que os sonarán las frases “Estar sin un duro” o “le ha faltado el canto de un duro”, “no vale un duro”, “vas a saber lo que vale un duro”…
En el siglo XIV, en el Reino de Castilla, entraba en curso una moneda llamada “Real”. Esa moneda, que se extendió en uso por los dominios de la Monarquía de España, se convertirá en un par de siglos en la principal divisa internacional.
Había reales españoles circulando por todo el orbe —algo así como el dólar o el euro en la actualidad—. Era una moneda que llevaba grabado un doble hemisferio con las columnas de Hércules, su valor más conocido fue la pieza de 8 reales, o el “real de a 8“. Estaba tan extendido que muchas de las monedas actuales, como el citado dólar o el yuan chino están basadas en ese real de a 8.
De este “Peso duro”, evidentemente, salió el coloquialismo “duro”. En Galicia, no sé en otras comunidades —si sabéis más dejadlo por ahí en comentarios— el coloquialismo que se adoptó fue el de “peso”, 100 pesetas eran “vinte pesos“. Curiosamente “peso” es el nombre de muchísimas monedas americanas actuales; y del pasado reciente.
Únicamente existió una moneda en la que aparecía el valor como el de “un duro” se acuñó en Gerona en 1808, durante la Guerra de la Independencia.
En 1868, tras la “Revolución Gloriosa”, España adopta su nueva moneda: la peseta. Y como ahora con los euros, la gente, hacía sus conversiones. De entre aquellas nuevas piezas la de plata más parecida al “Peso duro” era la de 5 pesetas que pronto fue conocida como “un duro”.
