La Batalla de Kursk fue uno de los grandes combates de la Segunda Guerra Mundial.
Considerada como una de las batallas de blindados más grandes e importantes de la historia, la Batalla de Kursk supuso el final para una Alemania nazi cuyo plan para apoderarse de la Unión Soviética se vio frenado por la invasión de Sicilia por parte de los aliados.
Antecedentes
Después de la derrota en Stalingrado, Kursk fue el último gran intento del ejército alemán para recuperar la iniciativa en el frente oriental. Adolf Hitler tenía en mente provocar un enfrentamiento decisivo que fuera capaz de inclinar la balanza definitivamente de su lado. Tras el desastre que supuso para Alemania la batalla de Stalingrado, Hitler pretendía que en Kursk su ejército pudiera conquistar definitivamente el frente oriental en pocas semanas.
Desarrollo de la Batalla
El 5 de julio de 1943, a las 5:30 h. de la madrugada, dio inicio la Operación Ciudadela. Los tanques alemanes considerados de última generación, como los Panther y los Tiger, estaban a punto de entrar en combate, junto con los habituales Panzer III y IV, contra los temibles T-34 soviéticos. A esta enorme congregación de blindados se unieron además las fuerzas de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, con cazas Messerschmitt, bombarderos Stuka y los novedosos Henschel HS 129. Pero lo que no esperaban los alemanes es que unas horas antes, los soviéticos les sorprendieran con fuego de artillería gracias a la información proporcionada a través de la red de espías llamada “Lucy” que, desde Suiza, proporcionaba información a los rusos de agentes que se habían infiltrado en campo alemán, conociendo así de antemano los planes del mando supremo del ejército de tierra alemán.
Tras el inesperado recibimiento de la artillería soviética, el plan inicial se vio alterado lo que acabó provocando un enorme caos organizativo y un gran número de bajas en las filas alemanas. Con el paso de los días, la lucha se revelaría agotadora ya que llevaba a los soldados al límite para lograr ganar los pocos metros que les dejaba el rival. Existen numerosos mitos acerca de la cantidad de blindados que se llegaron a desplegar en el campo de batalla de Kursk por ambas partes. Algunas fuentes apuntan a casi 3.000 entre los dos ejércitos y otras hablan de 6.400. Lo que sí queda claro es que la batalla de Kursk se caracterizó por la dureza del combate, en el que los dos ejércitos tuvieron que soportar además un calor abrasador.
Viendo el avance de los blindados alemanes, los soviéticos optaron entonces por una estrategia que consistió en enterrar a sus propios blindados bajo tierra, dejando tan solo al descubierto las torretas como si estas fueran cañones móviles. Pero nada servía para detener el implacable avance alemán. Las divisiones germanas destrozaban todo aquello que se ponía por delante apoyadas por la aviación. Aunque algunos altos mandos del ejército alemán, como el general Model, pensaron que de haberse utilizado tanques más pesados, con blindaje adicional y con mayor capacidad de fuego, como los Tigres II, que en ese momento se encontraban en fase de pruebas, o los tanques Ferdinand, que habían demostrado su valía en la Batalla de Kursk.
Sin embargo, Hitler se opuso rotundamente a esta idea debido a que consideraba que la producción de estos tanques era demasiado costosa y que no había suficientes recursos para fabricarlos en grandes cantidades.
La Batalla de Kursk se prolongó durante un mes y en ella murieron más de 200.000 soldados y civiles más un sinfín de desaparecidos, bajas y prisioneros. A pesar de que los alemanes causaron importantes bajas a los soviéticos, no pudieron conseguir la victoria final, lo que supuso un duro golpe para las ambiciones de Hitler en el frente oriental.
La derrota
La derrota en la Batalla de Kursk supuso el principio del fin para Alemania en la Segunda Guerra Mundial. A partir de ese momento, los alemanes se vieron obligados a adoptar una estrategia defensiva en el frente oriental, lo que permitió a los soviéticos recuperar terreno de manera constante. Además, la Batalla de Kursk supuso el punto de inflexión en la guerra de tanques, ya que los alemanes perdieron su superioridad en blindados frente a los soviéticos.
Pero, ¿por qué los alemanes perdieron la Batalla de Kursk? Según algunos historiadores, la principal causa fue la falta de capacidad para adaptarse a las nuevas condiciones del campo de batalla. Los alemanes seguían utilizando tácticas antiguas, basadas en la velocidad y la sorpresa, mientras que los soviéticos habían aprendido a combatir en condiciones extremas, utilizando tácticas de defensa en profundidad y de emboscada. Otro factor importante fue la superioridad numérica de los soviéticos. A pesar de que los alemanes contaban con algunos de los tanques más avanzados de la época, no podían hacer frente al enorme número de T-34 soviéticos que les salían al paso.
Ensayos destacados sobre la Batalla de Kursk
Uno de los ensayos más destacados sobre la Batalla de Kursk es “Choque de Titanes. La victoria del ejército Rojo sobre Hitler“, de David M. Glantz y Jonathan M. House, publicado en Editorial Despertaferro en 2017. En este ensayo, los autores realizan un detallado análisis de la batalla, desde sus antecedentes hasta sus consecuencias. También analizan las tácticas utilizadas por ambos bandos, así como las ventajas y desventajas de los tanques utilizados en la batalla.
Otro ensayo interesante es “Kursk: The Greatest Battle”, de Lloyd Clark, publicado en 2011. En este ensayo, el autor se centra en la experiencia de los soldados que participaron en la batalla, desde los altos mandos hasta los soldados rasos. Clark también analiza la importancia de la Batalla de Kursk en la historia de la Segunda Guerra Mundial, así como su impacto en el desarrollo de la guerra de tanques.
