El carro de combate, que en muchas películas bélicas o en documentales —afortunadamente ya no tanto en las noticias— que surge ante nosotros aplastando todo lo que encuentra por su camino parece fruto de una inventiva militar moderna. Pero en verdad no es así, la idea del vehículo blindado que destroza todo con lo que se cruza y rompe las filas enemigas llevando hombres y artillería es mucho más antigua.
El primer vehículo de combate acorazado, propiamente dicho, se debió a la iniciativa de Guido da Vigevano, un físico e inventor italiano. Guido era el “físico” personal de la Reina Juana de Borgoña (reina de Francia)para la que bocetó varios carros blindados, carruajes a propulsión de viento y máquinas de asedio. Pero el primer diseño conocido de blindado fue realizado por Leonardo da Vinci en 1484.
No se sabe si los diseños de Guido viajaron hasta centro europa, pero la verdad es que allí, mucho antes de Leonardo, ya se estaban utilizado en campañas militares carruajes blindados con efectos devastadores. Su introductor fue el líder husita Jan “Žižka” de Trocnov, dirigente de los protestanes de Bohemia.
En 1420 el emperador del Sacro Imperio Romano, Segismundo de Luxemburgo , atacó a los husitas, pero Zizka lo aguardaba con su arma secreta: el “vagón de guerra”, un pesado vehículo protegido con planchas de hierro y arrastrado por caballos. Tenía aspilleras en los flancos por donde los soldados disparaban sus ballestas o arcabuces, aunque su uso inicial fue principalmente defensivo. Creaban barricadas y muros en los que esperaban al ejército enemigo.
Atrincheradas detrás de una zanja y unidas por cadenas, las fortalezas móviles constituían un formidable obstáculo ante cualquier avanzada. Cuando el enemigo llegaba ante ellos, los carros formaban una barrera y dejaba a los husitas en una posición de ventaja. Picas, alabardas y otras armas de asta hacían una escabechina. Cuentan los cronistas de la época que el ejército de Jan Zizka, con solo 25.000 hombres, destrozó las tropas de Segismundo que ascendían a 200.000.
El ejército husita estaba formado en su mayoría por campesinos que hacían de infantería sin apenas caballería, por lo que el sistema de carros a los que llamó “vagones de guerra” fue una solución a la vulnerabilidad de sus ejército contra la caballería pesada en campo abierto.
La táctica de Zizka fue evolucionando de manera sorprendentemente original. Los blindados comenzaron a ensayar complicadas maniobras al galope, con las que pretendían envolver a los adversarios con su movilidad y rapidez. Si había que defenderse, Zizka desplegaba sus carros como un general moderno sus carros de combate.
Hubo que aguardar más de 400 años, en 1855, para ver otro avance en historia del blindado, al patentar un inglés llamado Cowan un vehículo en forma de tortuga movido por vapor. En 1899 otro sujeto llamado F.R. Simms, acopló una ametralladora a un ciclomotor blindado de cuadro ruedas. Tres años más tarde se exhibía en el Palacio de Cristal de Londres un vehículo blindado, en forma de pequeña embarcación, con ametralladoras.
De todas formas, el que está considerado el antepasado “natural” del tanque moderno —con sus bandas de rodamiento, blindaje pesado y armamento— fue inventado por Ernest Swinton en 1915 y utilizado contra los alemanes en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, no se construyó un número suficiente para que se pareciara alguna diferencia.
Los primeros tanques partieron para Francia en 1916, y recibieron ese nombre porque sus embalajes llevaban la inocente etiqueta de “Tanques de agua” para no ser identificados.
Fuentes:
Hemeroteca Reader’s Digest
Black, J. (2008). Grandes Líderes Militares y sus campañas. Blume.
