Fueron muchos los rumores que giraron en torno a la Real Fábrica de Tabacos de Málaga y sobre qué tipo de idea cultural se implementaría junto al Museo Automovilístico (residente desde 2010 en este complejo): centro cultural, incubadora de empresas tecnológicas o un museo de gemología, pero lo que nadie llegó a pensar es que se convertiría en la filial de uno de los grandes museos de Europa.
La fantástica remodelación de los edificios de la antigua Tabacalera de Málaga, construidos durante la década de los años 20 y de estilo regionalista, han servido para albergar la muestra de los fondos de la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo.
El paseo por las salas del museo se inicia con la “sala de los iconos”, temática de referencia del arte ruso, muestra de la herencia greco-bizantina que permanece aún hoy en día como parte fundamental de la cultura rusa.
La muestra recorre las principales corrientes artísticas y su relación, patente o latente, con las europeas en las que se movieron los artistas rusos: Romanticismo, Realismo, Historicismo, Vanguardias, Realismo Socialista… hasta llegar al llamado “Arte del Deshielo” (a mediados del siglo XX).
– Vasily Raev (1834)
La amplitud temática con la que cuenta el museo permite combinar genios de la talla de Kandinsky, Malevic, Tatin, Chagall o el gran Brulov con desconocidos (para nosotros al menos) como Vasily Raev, Loutchaninov o a los sorprendentes Alexander Bubnov, Peter Osolodkov y Alexander Deineka.
Estamos hablando de cinco siglos de arte, cinco siglos de grandes artistas que contemplar y que llegaremos a comprender infinitamente mejor gracias a los recursos didácticos con los que cuenta este espacio: audioguías gratuitas, sala de proyecciones integrada, biblioteca en la que consultar los catálogos de las exposiciones, zona informática…
Las exposiciones temporales que nos plantea el Museo Ruso – actualmente “La época de Diáguilev” (que estará hasta el mes de julio) – nos harán embarcarnos aún más en la variopinta y diversa cultura rusa, un mundo artístico poco conocido en España y que aguarda muchos secretos y emociones por transmitir.
Debemos mencionar que esta primera “temporal” nos ha parecido fantástica. Combina diferentes tipos de arte (fotografías, trajes de teatro, oleos… ) en un intento por recrear las exposiciones que Diáguilev realizaba para su revista “Mundo del Arte”, Mir Iskusstva.
Un museo para deambular y empapase en él de una cultura vecina pero desconocida. Y una iniciativa, la de las “Filiales Museísticas“, que particularmente nos gusta y que esperamos que más museos de talla internacional (como ya lo está haciendo el Pompidou) se animen a compartir sus fondos con los ciudadanos españoles.
