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Íñigo López de Orozco, «señor de trabucos y engeños del rey»

De su hermana desciende el poderoso linaje de los Mendoza alcarreños

Don Íñigo López de Orozco aparece en la documentación del siglo XIV como el “señor de trabucos” de Alfonso XI. Este empleo, correctamente designado, sería: “Capitán Mayor de los trabucos y engeños del rey“. Su cargo equivaldría hoy a algo así como, Jefe de Artillería e Ingenieros.

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Bolaños localizados en el actual Parque arqueológico de las murallas meriníes correspondientes al sitio de Algeciras de 1342.

La familia López de Orozco

Los Orozco eran famosos por ser los dueños de las tierras de Hita, así como de otras muchas posesiones cercanas. A finales del siglo XII, en lo que después fue la Academia de Ingenieros, en el conocido como Palacio de Montesclaros habitó este ilustre linaje que habría de contribuir después a formar otra poderosísima familia para la historia de Guadalajara, los Mendoza.

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Ilustración con la variante heráldica de los Orozco representada en el Castillo de Guijosa (fuente: castillosdeguadalajara.es)

Los López de Orozco, reseñada en la documentación también como Horozco, provenía del norte peninsular (probablemente del País Vasco) y fue de las primeras que se afincó en Guadalajara tras su toma por Alfonso VI en 1085.

Ostentaban por armas un escudo de plata con una cruz encarnada que le dividía en cuatro cuarteles con un lobo negro en cada uno. Orlando el escudo presentaba varias cruces doradas de San Andrés en campo de gules, apareciendo entre 8 y 10 según la época de la representación. Las aspas las añadieron a su heráldica en 1227 cuando, en el día de San Andrés —santo cuyo símbolo de martirio es esa cruz en forma de X—, tomaron Baeza a las órdenes de San Fernando.

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detalle de la tabla genealógica de la familia de Orozco. Siglo XVII. [Manuscrito RAH]

¿Quién era Íñigo López de Orozco?

Para el siglo XIII, los Orozco, eran ya la familia más importante de Guadalajara, llegando a tener un miembro por demás notable, el que nos ocupa: don Íñigo López de Orozco; que llegó a ser capitán mayor de los trabucos y engeños del Rey Alfonso XI “el Justiciero”, y como tal encargado de dirigir las novedosas máquinas e “ingenios” de asedio para el sitio de Algeciras en 1342.

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Escalafón de Artillería del 1 enero 1888 (Ministerio de Defensa)

Además conservó tal cargo cuando ya, en el Reino de Castilla, se empezó a usar la artillería como hoy la conocemos. Durante el duro sitio de Algeciras, que se alargó durante casi 2 años, ordenó la construcción de una enorme bastida de madera frente a la Puerta del Fonsario, desde la cual disparaban contra la ciudad por encima de su muralla. Aunque esta máquina fue quemada por los defensores de la ciudad, Íñigo, ordenó la construcción de una segunda con la que continuó su plan ofensivo desde aquella posición de ventaja.

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Ilustración de un asedio medieval en el que se usa una bastida

Este tipo de máquinas de asedio, por aquellos tiempos, solían ser invenciones o adaptaciones de moriscos al servicio de los nobles cristianos como el llamado “Mahoma de Burgos”, un genial “maestro de ingenios” que aparece mencionado en algunas crónicas navarras. Estos mismos moriscos eran sobresalientes fabricantes de pólvora, o cómo aparece escrito en una carta dirigida a Carlos I, desde Aragón en 1525:

los moriscos sobresalen en la fábrica de escopetas, pólvora y otras muchas especies de tiros de artillería (…)

Con esto queremos señalar la posibilidad de que los “artilleros” e “ingenieros” a cargo de don Íñigo López probablemente fueran los que años después serían conocidos como mudéjares, que ya venía siendo costumbre tanto en Navarra como en Aragón según se observa en la documentación conservada. Según la “Crónica del Rey Alfonso XI”, además de la citada bastida, se trajeron de Sevilla cerca de 20 “ingenios” para el asedio, esta vez construidos por genoveses. Estos “ingenios” no eran otra cosa que algún tipo de bombarda —o lombarda. Según la citada Crónica:

alzaban las cureñas del engeño luego que las quebraban

Tras la muerte de Alfonso, juró fidelidad a su heredero: Pedro I —apodado el Cruel—; hasta que en 1366 éste huyó de Burgos ante la aproximación de su hermanastro, Enrique II de Trastámara. Su cobardía le costó a Don Pedro el abandono de muchos de sus caballeros, incluído el propio Íñigo que se pasaron al bando de los Trastámara.

Durante la batalla de Nájera, en 1367, cayó prisionero de Pedro I, ganador junto a sus aliados de aquella gran batalla. Encerrado por el Rey, le fueron confiscados todos sus bienes, entre ellos los señoríos de Hita y Buitrago, por traición. Don Pedro, al ver a Orozco, no pudo contenerse y le dio muerte con su propia mano.

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Batalla de Nájera a partir de un manuscrito del siglo XV.

Los Mendoza, herederos de López de Orozco

La hermana de Íñigo, Juana de Orozco, había contraído nupcias en 1340 con Gonzalo Yáñez de Mendoza, Montero mayor del Rey Alfonso XI y el primero de los Mendoza en llegar a las tierras de La Alcarria. De esta unión nació don Pedro González de Mendoza, Mayordomo mayor del Rey don Enrique II de Trastámara y que recibió, tras el asesinato de su tío Íñigo, los bienes de los Orozco incluyendo las tierras de Buitrago e Hita, devueltas por Enrique II en 1368 antes de asesinar a su hermanastro Pedro I.

Pedro González de Mendoza, acompañó al hijo de Enrique II, Juan I, a la batalla de la Aljubarrota (1385), en donde los ejércitos castellanos —apoyados por Francia— cayeron derrotados ante la alianza luso-inglesa. Según la leyenda, mientras los castellanos se encontraban en desbandada, el rey no podía escapar ya que su caballo estaba muerto, entonces Pedro le cedió su propia montura para que pudiera huir, algo que le costó la vida.

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El señor de Hita y de Buitrago cede su caballo al rey Juan I en Aljubarrota, Luis Planes, 1793, óleo sobre lienzo, 125 x 168 cm, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Pedro, además de un excelente militar —sobresaliendo en combates contra el reino de Aragón o evitando, en 1374, una invasión del Duque de Lancaster— fue uno de los pioneros de la poesía cortesana en la corte de Castilla.

A su muerte, su hijo Diego Hurtado de Mendoza, que combatía junto a su padre en Aljubarrota como alférez, se encargó del enterramiento de su padre. El rey Juan supo recompensar el sacrificio de su padre y le nombró Almirante de Castilla, cargo que desempeñó también en el reinado siguiente de Enrique III de Castilla, destacando en los combates navales contra la flota portuguesa.

De Diego Hurtado desciende el famoso Marqués de Santillana, que fue bautizado con el nombre de su ilustre antepasado: Íñigo López de Mendoza. Fue un personaje clave en la sociedad y la cultura castellana durante el reinado de Juan II de Castilla. Sus hijos continuarían esta labor literaria y de mecenazgo cultural que tanta fama daría a los Mendoza alcarreños, como Diego (también Diego Hurtado de Mendoza), el primer Duque del infantado, impulsor del proyecto del conocido palacio del Infantado en Guadalajara.

Fuentes:

Memorial de artillería o Colección de artículos y memorias sobre diversos ramos del arte militar: Serie III Tomo IX – 1(884)

Crónica de D. Alfonso XI, de los Reyes de Castila y León: 2a ed. conforme a un antiguo ms. de la R. Biblioteca del Escorial y otro de la Mayonsiamna (1787)

Portal de Archivos Españoles

Archivo de la Real Academia de la Historia

Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.
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