La enseña nacional de España, tal y como la conocemos en la actualidad, tiene sus raíces en la Armada del siglo XVIII y en su necesidad de distinguir los navíos de los de otras naciones. Este fue el principal motor para la creación de una bandera naval, pero no la de una nación… aunque hoy podemos desde comprar la bandera de España en cualquier tienda para poder lucirla en casa, verla en edificios oficiales, en nuestras Fuerzas armadas y en muchos lugares como la oficial de España, pero ¿Cómo llega una bandera naval a ser el símbolo de un país?
Primeramente, conozcamos los motivos de su ceración. Antes, las embarcaciones españolas, utilizaban comúnmente la bandera blanca con la enseña real, en la época borbónica era blanca con el escudo borbónico de España, la cual presentaba complicaciones a la hora de identificar los barcos en alta mar debido a su similitud con las banderas de otros estados, como Francia.
Fue Carlos III quien, en 1785, decidió adoptar un nuevo diseño para evitar estos inconvenientes. El rey solicitó varios modelos a su ministro de Marina, y tras un proceso de selección, eligió la bandera de dos franjas rojas en los extremos y una amarilla, más ancha, en el centro, adornada con el escudo de armas de España. Este diseño no solo era distintivo y visible desde largas distancias, sino que también incorporaba los colores que históricamente habían representado a los reinos de Aragón y Castilla, pilares de la monarquía española.
La Bandera durante la Guerra de la Independencia Española
Durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), conocida también como la Guerra contra los franceses, la bandera de España adquirió un significado especial. En este conflicto, que enfrentó a España contra la invasión napoleónica, la bandera de la Armada se convirtió en un símbolo de resistencia y unidad nacional. Aunque en este periodo la bandera no era aún el estandarte oficial del país en tierra, su uso en los regimientos y en los actos patrióticos contribuyó a que se afianzara en la conciencia colectiva como un emblema de la soberanía y la lucha por la libertad.
Consolidación bajo Isabel II
Sería durante el reinado de Isabel II cuando la bandera de España comenzaría a consolidarse definitivamente como símbolo nacional. En 1843, cuando Isabel II contaba con apenas 13 años, su gobierno decidió establecer la bandera roja y gualda como la enseña oficial de España, tanto para uso marítimo como terrestre.
Este acto formalizó lo que ya era un sentimiento popular y una práctica común en el ejército y la marina. La bandera, por tanto, dejó de ser un mero distintivo naval para convertirse en el estandarte de toda la nación, reflejando el espíritu de una época marcada por la búsqueda de estabilidad y modernización del Estado.
El establecimiento de la bandera coincidió con un periodo de intensa propaganda histórica que buscaba legitimar las pretensiones de la facción isabelina y condenar o silenciar las voces de los antagonistas. La adopción de la bandera como símbolo oficial puede entenderse en este contexto como un esfuerzo por reforzar la imagen de una monarquía que perseguía proyectar una visión de luz, paz y prosperidad en contraposición a una época anterior percibida como de egoísmo, brutalidad y corrupción, la de su padre Fernando VII. Es un gesto de aprecio por la historia, la cultura y los logros de España, así como un reconocimiento del papel que desempeña el país en el escenario internacional, especialmente gracias a su Armada y a sus Ejércitos que, a lo largo de su historia, ha sido testigo y protagonista de los esfuerzos por construir una nación unida y soberana en ambos hemisferios, superando las divisiones y los desafíos que han marcado el devenir histórico de España.
