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El botín de la conquista del Perú 

Los conquistadores españoles, especialmente los capitanes y los capitanes generales se hicieron inmensamente ricos con el botín que tomaron, tanto en la conquista del Imperio azteca como en la del Imperio Inca. Del tesoro de Cortés hablaremos en otro momento, pues merece capítulo aparte por los avatares que sufrió.

Documentación primaria

Gracias a la documentación de la Casa de Contratación, y de fiables cronistas como Francisco López de Gómara o Pedro Cieza de León, conocemos la enormidad del tesoro de Atahualpa y cuánto le tocó a cada soldado de a pie, a cada caballero, cada capitán, y a Pizarro cúya fue la parte mayor.

Esto cuenta el cronista soriano:

Cupo al rey, de su quinto, cerquita de quatrocientos mil pesos.

Cupieron a cada español de cavallo ocho mil y novecientos pesos de oro y trezientos y sesenta marcos de plata; a cada peón, quatro mil y quatrocientos y cinqüenta pesos de oro y cientiochenta marcos de plata; a los capitanes, a treynta y a quarenta mil pesos.

Francisco Piçarro uvo más que ninguno, y como capitán general tomó del montón el tablón de oro que Atabaliba traýa en su litera, que pesava veynte y cinco mil castellanos.

Nunca soldados enriquecieron tanto, tan breve ni tan sin peligro, ni jugaron tan largo, ca uvo muchos que perdieron su parte a los dados y dobladilla.

También se encarecieron las cosas con el mucho dinero, y llegaron a valer unas calças de paño treynta pesos; unos borzeguýes, otros tantos; una capa negra, ciento; una mano de papel, diez; un açumbre de vino, veynte, y un cavallo, tres y quatro y aun cinco mil ducados, en el qual precio se anduvieron algunos años después.

Este texto nos muestra tanto el problema de un enriquecimiento rápido, que todavía se puede ver hoy en día (se llama la maldición de la lotería), como una observación muy importante: la inflación se volvió galopante. 

La “maldición” de ser rico

La repentina inyección de una cantidad tan titánica de liquidez hizo inevitable que los precios se disparasen, con cosas que antes se vendían a precios contables en maravedís o reales pasando a valer ducados. Gómara nos informa de que una mano de papel llegaba a valer 10 ducados. Una mano son 25 folios, y 20 manos componen una resma, que en Sevilla se pagaba en esas fechas a medio ducado. El precio del papel se multiplicó por 200 en poco tiempo, como se puede observar. 

El quinto real fue tasado por los oficiales en 400.000 pesos oro, es decir, 400.000 ducados, ya que ambas monedas se utilizan de manera intercambiable en las fuentes españolas. Sólo para establecer su cuantía, baste decir que Carlos V sólo tuvo que desembolsar 350.000 ducados para sobornar a los príncipes electores del Sacro Imperio Romano Germánico, por lo que sólo con el botín de Pizarro se pagó íntegramente la elección imperial de Carlos V, y también los intereses del préstamo de Jacob Fugger.

Grabado que representa al conquistador español Francisco Pizarro exponiendo ante el rey Carlos I de España las pruebas del descubrimiento del fabuloso Imperio de los incas.
Grabado que representa al conquistador español Francisco Pizarro exponiendo ante el rey Carlos I de España las pruebas del descubrimiento del fabuloso Imperio de los incas.

¿De soldado raso a noble adinerado?

Pasemos pues a los soldados de a pie. ¿Cuánto significan 4.450 ducados y 180 marcos de plata? Esos marcos de plata equivalen a 41 kilogramos, siendo un marco 230 gramos. Tendrían que arreglárselas con esa plata, ya que la recibían en lingotes o joyas y no en moneda, por lo que lo que hicieran con esa plata no amonedada era asunto suyo. Es de notar que la plata no amonedada no estaba sujeta a la detracción del quinto real.

Volvamos a los ducados. Gracias al gran genealogista Gonzalo Fernández de Oviedo, que escribe sobre las casas nobles de España en el año 1550, y también sobre algunos famosos capitanes y funcionarios, sabemos que el noble más rico por renta era el duque del Infantado, con 60.000 ducados al año. El almirante de Valencia ganaba 13.000 ducados. El duque de Cardona tenía 25.000 ducados de renta. Por supuesto, esto son ejemplos de algunos de los más prominentes de entre los ya destacables magnates. Al escribir sobre varias particularidades de cosas y casas nobles, Oviedo señala explícitamente que 5.000 ducados sería una renta propia de una buena casa noble tanto en Aragón como en Castilla.

Y ahora descendamos a la realidad de los plebeyos, donde los ingresos están en una escala completamente diferente. Un profesional cualificado, como un maestro carpintero o un maestro cantero ganaba por esas fechas 100 maravedís al día, lo que se traduce en 3 reales. En un ducado había 11 reales, por lo que tardaban 4 días en ganar un ducado, redondeando. Esto significa 6 ducados al mes, o 72 ducados al año. 

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Los 13 de la Isla del Gallo. Óleo de Juan B. Lepiani, que representa a Francisco Pizarro en la isla del Gallo, invitando a sus soldados a cruzar la línea trazada en el suelo.

Estos soldados de a pie obtuvieron, pues, en una sola campaña militar un botín equivalente a 62 años de buenos salarios, que en realidad se parece más a 100 años a de salarios de un soldado raso. De la misma manera que quienes ganan la lotería tienden a acabar arruinados en cosa de muy pocos años por no comprender a ciencia cierta las cantidades de dinero nuevas que están manejando, los soldados del Perú corrieron pareja suerte.

También es oportuno señalar que muchos de ellos perdieron el dinero a los dados o a los naipes, que no olvidemos que la mucha ociosidad de la guerra conducía a esta clase de vicio. El dinero perdido, por supuesto, por alguien fue ganado, y aquí se hace justo y necesario cerrar con la letrilla de Góngora Dineros son calidad:

Cruzados hacen cruzados,

escudos pintan escudos,

y tahures, muy desnudos,

con dados ganan Condados;

ducados dejan Ducados,

y coronas Majestad

¡verdad!

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