Con la Primera Guerra Mundial se revolucionó el concepto de la guerra. En ella se introdujo la más mortífera de las tecnologías y se inventaron nuevas formas de combate, como el uso de tanques para sustituir a la caballería o usar los aviones como una forma de guerrear. Desde entonces quién dominase el aire, dominaría la guerra.
El hombre tras la leyenda
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Hijo de una familia aristocrática prusiana, terrateniente y con altos cargos militares. Decidió seguir la tradición familiar y a los 22 años se alistó al ejército como soldado de la caballería. Su nombre era Manfred von Richthofen aunque pasaría a la historia como el Barón rojo.
Tras pasar por la infantería terminó, en 1915, destinado en el Servicio Aéreo convirtiéndose en uno de los primeros miembros de la escuadrilla de cazas Jagdstaffel 2 —conocida también como “la incubadora”, pues de aquí salieron los mejores ases de la aviación germana—. Él solo es responsable del derribo de 80 aviones enemigos (no fue superado por ningún otro piloto durante la guerra).
En 1917 pasó a ser líder de la Jasta 11 y después de la unidad de cazas Jagdgeschwader 1, apodada el Circo Volante. Se dice que las cifras de abatidos de esta unidad superaría la cifra de 600 aviones enemigos.
Aunque su avión más famoso es el triplano Fokker Dr.I, Richthofen voló la mayor parte de su vida con el Albatros D.II con el que consiguió el mayor número de abatimientos. Se hizo conocido, aparte de por sus victorias, por su actitud caballeresca al evitar matar a los pilotos enemigos si ya había logrado romper el motor del aparato.
Richthofen conocía su fama en las líneas enemigas, sabía que lo temían y lo admiraban, por lo que decidió pintar su avión de color rojo para que, en caso de batalla aérea, su oponente supiese que estaba siendo perseguido por el Barón Rojo. Era una maniobra de guerra psicológica que funcionó.
¿Cómo murió el Barón Rojo?
Manfred no sobrevivió a la Primera Guerra Mundial, fue abatido en una operación de combate. Hay debate sobre quién derribó al as del aire. Pero lo más probable es que lo matase el capitán canadiense Roy Brown. Alemania perdió su superioridad aérea, los aviones franceses y británicos eran cada vez mejores mientras que la aviación alemana se empezó a quedar atrás en la veloz carrera tecnológica.
Fue derribado en abril de 1918, ocho meses antes de que se terminase la guerra. Un dato interesante es que el hombre que le sustituyó al mando del Circo volante pasó también a la historia —pero por otros “méritos”—, su nombre era Hermann Göring, que llegó a ser un alto cargo del Partido Nacional Socialista de Alemania con Hitler. Llegó también a ser Presidente del Reichstag, Primer Ministro del estado federal de Prusia, Ministro del Aire y Ministro de Economía.
Los inicios de la guerra en el aire
Los estados vieron rápidamente las utilidades militares que tenían los aviones y su potencial estratégico. A pesar de eso, su producción, era enormemente cara. Inicialmente los propios pilotos debían aportar sus propios aparatos, por lo cual, eran gente de clase alta o aristócratas.
Hacia al final de la guerra, con la importancia estratégica que adquiere, los aviones eran fabricados ya por los estados y se entrenaban a pilotos en los cuarteles. Al iniciarse la Gran Guerra los países tenían una flotilla simbólica pero al terminarla y tras muchos avances tecnológicos, llegaron a guardar en sus hangares decenas de miles de aparatos.
La guerra aérea dio un salto tecnológico ya en la Segunda Guerra Mundial, los estados invirtieron verdaderas fortunas en investigación. Tenían la experiencia de la anterior guerra y la máxima de: quién dominaba el cielo dominaba la guerra. Empezaron la guerra con biplanos (aunque ya se estaba experimentando con motores de reacción en el 36) y la acabaron con aviones de guerra de reacción como el Schwalbe alemán o el Meteor británico.
Fuentes:
Caamaño, J. Eduardo. El barón rojo. 2014
Stevenson, David. La Primera Guerra Mundial. 2013
