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Antecedentes y fundación del Arma Submarina en España

No cabe la menor duda de que el submarino proporciona a cualquier nación un poder de disuasión importante, aspecto muy a tener en cuenta en lo que respecta al control del dominio del mar; prueba de ello es que la mitad de las naciones del mundo, aproximadamente, disponen de submarinos.

España ha mantenido durante un siglo esta capacidad, contribuyendo así a la Defensa de la Nación, disponiendo de una marina modesta pero equilibrada y con prestigio internacional, prestigio al que el Arma Submarina ha contribuido de una forma importante.

1915, la Ley Miranda y el submarino «Isacc Peral»

INTRODUCCIÓN

El ser humano siempre ha querido investigar áreas de difícil acceso y no hay que olvidar que las dos terceras partes son líquidas. El submarino es una embarcación desconocida para la gran mayoría de la gente. La mayoría de las embarcaciones están en situación de flotación positiva, pesando menos que el volumen equivalente de agua (en base al principio de Arquímedes).

Para sumergirse, un buque debe ganar flotación negativa, ya sea incrementando su propio peso o reduciendo el desplazamiento de agua o el volumen de la misma. Para controlar su peso, los submarinos están equipados con tanques de lastre, que pueden llenarse con agua tomada del exterior o aire a presión a voluntad. En el proceso de inmersión, los tanques de lastre se inundan de agua. Dichos tanques, por lo general se sitúan cerca del centro de gravedad del submarino, existiendo algunos a lo largo del sumergible para facilitar el proceso.

LOS ORÍGENES DE LA INMERSIÓN

Cuentan que Alejandro Magno (siglo III antes de Cristo) diseñó un barril de vidrio para sumergirse en la mar durante el tiempo que durara el aire del recipiente. Referencias hacen alusión a los batiscafos o escafandras usados por Alejandro Magno en la batalla de Tiro, durante los primeros compases de su grandiosa odisea asiática. Otras referencias de buceadores en la antigüedad las encontramos en las historias del griego Heródoto (año 460 a.C.), en las que hace mención a un famoso buzo griego llamado Scyllis empleado por el emperador persa Jerjes para la recuperación de una valija en un buque hundido.

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Alejandro descendiendo en submarino. Miniatura del Roman d’Alexandre Iluminado por Juan de Grise y su taller, 1338-44.

También Tucídides (años 460-400 a. de C.) narra la actuación de los buceadores atenienses en el sitio de Siracusa (Guerra del Peloponeso). En las Guerras Púnicas (264-146 a.C.) ya existían rudimentarios equipos de buceo, que permitían barrenar las naves adversarias y hundirlas.

El general Romano Lucio Licinio Lúculo (año 100 a.c.) envió a un mensajero dentro de unos cueros de cabra desde una ciudad portuaria bloqueada, pasando inadvertido a través de la flota enemiga. Más de 1.500 años después, Leonardo da Vinci (año 1490) diseñaría un artefacto similar. En 1620, el holandés Cornelius Van Drebbel parece haber sido el primero en crear un sumergible y mantener seco su interior.

JERÓNIMO DE AYANZ

Jeronimo de Ayanz fue un inventor e ingeniero español del siglo XVI que es conocido por haber diseñado un submarino primitivo. En 1602, Ayanz presentó su diseño a la corte del rey Felipe III, en el que describía un “navío que anda debajo del agua”. El submarino era impulsado por remos manuales y tenía un casco de madera recubierto de cuero y brea para evitar que el agua entrara.

Sin embargo, a pesar de su ingeniosidad, el submarino de Ayanz nunca fue construido debido a la falta de interés y financiación por parte de la corte española. Además, algunos historiadores cuestionan si el submarino de Ayanz era realmente factible y si podría haber funcionado en la práctica.

De todas formas, Jerónimo de Ayanz, que pasó a la fama por su inigualable máquina de vapor, es considerado uno de los pioneros en la historia de la tecnología submarina, y su diseño ha servido de inspiración para posteriores inventores que han desarrollado submarinos más avanzados y efectivos.

PRIMEROS INTENTOS DE LA NAVEGACIÓN SUBMARINA

En 1850, el militar alemán Wilhelm Bauer construyó un submarino para atacar las naves enemigas danesas. Fue quizás el primer ingenio de esta clase con un propósito militar claro, aunque todavía no se había inventado el torpedo.

David Bushnell, conocido en el mundo anglosajón como “el padre del submarino”, tuvo cierta influencia durante la Guerra de la Independencia Americana al construir uno en 1775 (el Tortuga), en el que sólo cabía un tripulante. El invento acabó en el fondo del río (poniendo bombas lapa contra el casco de un paquebote en Luisiana). En 1800, Robert Fulton, el inventor del barco a vapor, construyó un submarino que disponía de aire comprimido, lo que le habilitaba para permanecer sumergido más tiempo y distancia. Estos aparatos constituían la última tecnología de una ciencia, la de la ingeniería naval, que aún tenía mucho por descubrir.

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Pero el primer submarino “de verdad”, como veremos a continuación, fue español y surcaría las aguas próximas al puerto de Barcelona.

PRECURSORES CONTEMPORÁNEOS DE SUBMARINOS EN ESPAÑA

No hace falta explicar a esta audiencia tan erudita lo convulso que fue el siglo XIX en España. A pesar de esa convulsión, la segunda mitad de dicho siglo fue testigo de lo que podemos considerar el preludio de nuestra Arma Submarina, siendo destacables 3 insignes personajes a los que merece la pena dedicar un poco de atención. Empecemos con NARCISO MONTURIOL

NARCISO MONTURIOL Y ESTARIOL

Nació en Figueras, 1819 y falleció en San Martín de Provençals, 1885. Estudió Derecho en las universidades de Cervera, Barcelona y Madrid, pero nunca ejerció la abogacía. En su lugar se dedicó a la política, a la ciencia y a la mecánica. En un primer momento se interesó por el socialismo utópico, y en particular por las ideas de Étienne Cabet.

En 1846 fundó una imprenta. Divulgaba sus ideales través de la revista La Fraternidad (1847-1848), primera publicación periódica comunista española. Tras la Revolución de 1848, se exilió a Francia. En 1849 se acogió a una amnistía y regresó para fundar una nueva revista, El Padre de Familia (1849-1850), destinada a elevar el nivel cultural de las clases desfavorecidas Se refugió en Cadaqués donde observó la difícil y peligrosa labor de los recolectores de coral. Esto le llevó a reflexionar sobre las posibilidades de la navegación submarina y en septiembre de 1857, con amigos ampurdaneses, organizó la primera sociedad comercial de España dedicada a la explotación de este tipo de navegación.

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Retrato de Narciso Monturiol, por Ramón Martí Alsina (Museo del Empordà).

Basó el desarrollo de sus ideas en el estudio y la investigación científica, formando un equipo de colaboradores técnicos y creando una empresa con voluntad de negocio. Es probable que Monturiol conociera experiencias anteriores de navegación submarina, por lo menos las de Robert Fulton a principios del siglo XIX.

El 6 de noviembre de 1858 presentó su proyecto El Ictíneo o barco-pez. Fue botado en Barcelona el 28 de junio de 1859 y su presentación pública fue el 23 de septiembre: sumergido durante 2 horas y 20 minutos a una profundidad de 20 m. Las pruebas oficiales fueron en Alicante el 7 de marzo de 1861, con presencia de autoridades (entre ellas el Ministro de Marina Juan Zabala) y varias comisiones de estudio nombradas por la reina, con vistas a ofrecer una ayuda al proyecto que nunca llegó.

Un accidente en el puerto obligó a pensar en un nuevo diseño que mejorase las prestaciones. Pidió ayuda movilizando a la ciudadanía de Barcelona y consiguió 300.000 pesetas de los ciudadanos españoles. Constituyó la empresa La Navegación Submarina, y construyó el Ictíneo II, doble de grande que el anterior. Se botó el 2 de octubre de 1864.

Ictineo II estaba dotado de propulsión anaeróbica: máquina de vapor, generado por carbón de coque en superficie, y por una reacción química en inmersión. La máquina se instaló en julio de 1867, y la primera prueba se realizó el 22 de octubre del mismo año. Se sumergió en demostraciones más de veinte veces, pudiendo permanecer hasta ocho horas a unos 50 metros de profundidad. El Ictíneo II atrajo un cierto interés de las altas instancias militares. Utilizaba una reacción de clorato potásico para producir «aire respirable» sin tener que emerger o usar un snorkel.

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Proyecto Ictíneo

El 1 de enero de 1868 la compañía quebró, por dificultades financieras y Monturiol decidió abandonar el proyecto. Quedan los escritos editados durante su desarrollo, y su póstumo Ensayo sobre el arte de navegar por debajo del agua (1891). Entonces, Monturiol regresó a la actividad política.

Otras invenciones suyas:

  • máquina para hacer cartapacios,
  • máquina para hacer cigarrillos (la única que patentó, en 1866),
  • piensos para conejos hechos a partir de madera de sauce,
  • procedimiento de fabricación de jabón en frío;
  • suelas de zapatos sintéticas,
  • cola líquida para madera;
  • camisas para cilindros de motor,
  • betún para zapatos,
  • velógrafo o aparato destinado a la obtención de copias de un original escrito o dibujado,
  • proyecto de un tranvía funicular para Tarragona,
  • proyecto para llevar a Barcelona las aguas del Ter,
  • receptor giratorio de vapor,
  • un sistema de conservación de carnes.

Murió arruinado en 1885 y se le enterró en el Cementerio del Este de Barcelona. En 1972 sus restos fueron trasladados a Figueras para ser inhumados en el Panteón de Hombres ilustres del cementerio municipal.

COSME GARCIA SAEZ

Fue otro genio olvidado. Nació en 1818 en Logroño. Con 19 años se casó con la hija de un curtidor, y su primer hijo nació a los dos meses de la boda. Parece que no siguió estudios superiores, y que primero fue artesano musical, después tornero, y más tarde grabador de metales. Cuando tenía 30 años se trasladó a Madrid con su familia, para trabajar en la Imprenta Nacional. Puso su propio taller y construyó las máquinas de timbre de la Casa de la Moneda, comenzando a ser conocido en el panorama científico de la época.

Arma Submarina historia Cosme
Cosme García

En 1858 y en Barcelona ante y un pequeño número de personas, probó un modelo de Aparato Buzo para la Navegación Submarina” (el “Garcibuzo”), por lo que parece adelantarse a los diseños del Ictíneo de Narciso Monturiol, y se le puede considerar el primer inventor del submarino mecánico tripulado.

Trabajó en Correos hasta 1864. Como resultado del efecto acumulativo de varios fracasos, rompió su matrimonio y se fue a vivir con la sirvienta de la casa, con quien tuvo aún dos hijos, Juan y Vicente, que no heredaron el nombre del padre.

Para construir su primer prototipo, que se hizo de hierro, acudió a la Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona. Visto de lado, tenía forma de tonel apuntado y truncado hacia la proa y hacia la popa. Medía 3 metros de eslora (largo), 1,5 de manga (ancho) y casi 1,6 de puntal. Tenía una compuerta de entrada en el centro, y escotillas en la proa y la popa.

La inmersión se producía por la inundación de cuatro depósitos situados, dos a cada lado de la parte central y más ancha del casco. Con bombas se achicaba el agua para volver el buque a la superficie. Constaba además de otras cuatro aberturas en el casco en las que se instalaba la propulsión del buque con cuatro remos articulados accionados desde el interior.

Fue probado en Barcelona sin buenos resultados. El segundo prototipo también fue construido por la Maquinista, en Barcelona. Sus dimensiones algo mayores que el modelo anterior (5,75 metros de eslora, 1,75 de manga y 2,25 de puntal), y su casco también era chapa de hierro.

Cosme García solicitó la patente del “aparato-buzo” el 9 de julio de 1859, en Madrid, y le fue concedida el 8 de mayo de 1860. Las primeras pruebas se hicieron en el verano de 1860 participando en la inmersión sus hijos. Trasladó su ingenio al puerto de Alicante, a bordo de un buque, con el fin de acreditar la puesta en práctica de su patente.

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Patente de Cosme García

El 4 de agosto de 1860, se sumerge con su hijo durante 45 minutos en el puerto de Alicante. Estas pruebas (definitivas del segundo prototipo), se realizaron casi un año antes que lo hiciera Narciso Monturiol con su Ictíneo I (7 de marzo de 1861). Presenciaron el acto, entre otros, el Comandante de Marina y los cónsules de Gran Bretaña y Estados Unidos.

Animado por el éxito de su empresa, se trasladó a Madrid y construyó un modelo de cobre que expuso en su casa. Con ello pretendía llamar la atención del Gobierno y la Casa Real, y conseguir así que le financiaran. Sin embargo, después de una entrevista con la Reina Isabel II, se le comunicó que el gobierno no podía comprar ni costear el proyecto. Desilusionado, se trasladó a París, donde patentó el invento el 25 de abril de 1861, en el Instituto de la Propiedad Industrial de Paris.

Napoleón III le ofreció 14 millones de francos para que se instalara en el arsenal de Tolón y construir un modelo mejorado con las armas que considerase oportunas. Su espíritu patriótico le impidió aceptar la oferta. Su aparato permaneció anclado en el puerto de Alicante hasta años después, que su hijo Enrique García se encargó de hundirlo por molestar al tráfico portuario.

En 1856 y en España, junto a Justo Herrero y Tomás Lozano, patentó una “escopeta relámpago”, y posteriormente, en 1862 y 1863, ya en solitario, solicita dos patentes por un nuevo sistema de armas de fuego portátiles cargadas por la culata. Este nuevo sistema fue un éxito, siendo las primeras armas de este tipo con carga por la recámara y capaces de efectuar más de tres mil disparos sin necesidad de ser limpiadas. Se construyeron 500 carabinas bajo este nuevo sistema, para dos batallones de cazadores. La mayoría de estas armas se trasladaron a Madrid, y cuando estalló la Revolución de 1868 que dio paso al Sexenio Democrático, fueron sustraídas por los revolucionarios.

También patentó diferentes cuestiones relativas a la tipografía, fruto sin duda de su actividad al frente de la Imprenta Nacional y del ramo de Correos. Murió en 1874, desilusionado y sumido en la pobreza hasta el punto de que alguno de sus hijos llegó a pedir por las calles de Madrid.

Como en tantas ocasiones, la figura de Cosme García ha caído prácticamente en el olvido, aunque no le han faltado ciertos homenajes, como por ejemplo, el haber dado nombre a un instituto de bachillerato en La Rioja o, también, el privilegio de bautizar a dos submarinos de la Armada Española.

Cosme García submarino
(https://blogs.laopiniondemurcia.es/diego-quevedo/2022/02/27/cuando-el-s34-cosme-garcia-se-disfrazo-de-submarino-nuclear/)

TN ISAAC PERAL

Ingresó con 14 años en el Cuerpo General de la Armada, destacando por su facilidad para aprender aritmética, geometría y álgebra en el colegio Naval de San Fernando. También destacó en otras materias más propias de la náutica, en historia naval y de España, mecánica, física y máquinas de vapor.

Tuvo una intensa carrera, interviniendo en la Guerra delos Diez Años en Cuba y en la Tercera Guerra Carlista, donde fue felicitado y condecorado. También destacó en trabajos y misiones de carácter científico. En 1883 se hizo cargo de la cátedra de Física-Matemática de la Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada. Fue inventor del primer submarino torpedero, conocido por el Submarino Peral.

Isaac Peral y el primer submarino militar de la historia

Tras un desastroso panorama político y social en España durante la segunda mitad del siglo XIX, este destacado oficial no quiso permanecer al margen y decidió hacer algo grande para atajar el problema: la invención del submarino. No fue casualidad que el proyecto fuera acabado, en el plano teórico, precisamente ese 1884.

A la única persona a la que se lo comunicó fue a su mujer Carmen, quién le pidió que no se lo dijera a nadie con el presentimiento de que no traería nada bueno.

La situación cambió con el enfrentamiento con Alemania por la posesión del archipiélago de Las Carolinas, que amenazó con llevar a España a la guerra. A raíz de ello, el inventor decidió informar de su invento a sus superiores, y lo ofreció a su patria para su mejor defensa.

Su jefe, tras consultar a una junta de expertos, se lo comentó al ministro de Marina, Manuel de la Pezuela, que inicialmente acogió con gran interés el proyecto. La suerte, sin embargo, cambió muy pronto para el inventor, ya que con la muerte de Alfonso XII se produjo el relevo del Gobierno lo que implicó el cambio en la cartera de Marina. Después, lo que vino fue toda una historia de complots y zancadillas en la que, entre otros, jugaron un papel importante:

  • El Vicealmirante Beránger, Ministro de Marina en dos ocasiones.
  • El espía Basil Zaharof (conocido por el mercader de la Muerte), reclutado por los ingleses.
  • El Almirante Rafael Rodríguez Arias, relevo de Beránger en su primer “tour” como Ministro de Marina, que tampoco era partidario del submarino
  • El Capitán de Fragata Emilio Ruiz del Árbol, secretario de Beránger en su segundo “tour”.

Gracias al apoyo de la Reina Regente se dio la orden de ejecución del proyecto. A pesar del éxito conseguido en las pruebas, que fueron realizadas delante de representantes de países extranjeros y ante numeroso público, pudieron más las zancadillas y las mentiras de alguno de los citados anteriormente, y finalmente el proyecto se rechazó por el Gobierno.

Las características más importantes de su invento las tenemos en la transparencia, siendo destacable el hecho de que era la primera nave que navegaba sumergida sin consumo de aire, y un sofisticado “aparato de profundidades”, que permitía al submarino navegar en inmersión a la cota de profundidad deseada por su comandante y mantener el trimado del buque en todo momento, incluso tras el lanzamiento de los torpedos.

Las pruebas oficiales se desarrollaron a lo largo de 1889 y 1890, siendo destacable que horas antes de empezar las pruebas, el inventor descubrió que habían saboteado el líquido de las baterías; gracias a ello, tuvo tiempo de reemplazar el líquido y las pruebas se realizaron según lo previsto.

El 5 de noviembre de 1891 se licenció del servicio y fue operado de cáncer en Madrid, pero se le impidió publicar su manifiesto en ningún medio de comunicación. Finalmente, consiguió publicarlo costeándoselo de su bolsillo, en el periódico satírico El Matute.

Peral entregó el inventario de su submarino y pidió la licencia absoluta, dedicándose a trabajos de ingeniería en el mundo civil (montó las primeras centrales eléctricas que hubo en España). El 4 de mayo de 1895, Peral se trasladó a Berlín para ser operado de cáncer, pero un descuido en las curas le produjo una meningitis que acabó con su vida el 22 de mayo.

isaac peral tumba mausoleo
Mausoleo de Isaac Peral en Cartagena

FUNDACION DEL ARMA SUBMARINA ESPAÑOLA

A pesar de que podamos decir que fueron inventores y científicos españoles los que verdaderamente posibilitaron la aparición de barcos submarinos, como un arma con una gran capacidad de disuasión y para infringir daños a los buques de guerra del momento, prácticamente sin impunidad, nuestra nación tardó en disponer de esta capacidad.

Dentro del plan naval de 1914 se preveía la creación de una Escuela para el adiestramiento de las dotaciones, la adquisición en el extranjero de un buque de salvamento, cuatro submarinos y la construcción de 24 más, distribuidos en cuatro series de seis buques cada una.

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Augusto Miranda y Godoy. (Museo Naval de Madrid).

Fue el 17 de febrero de 1915,  cuando SM el Rey Alfonso XIII firmaba la llamada “Ley Miranda”, que posibilitó la creación de lo que denominamos “Arma Submarina”, compuesta por la Base, Escuela y Flotilla de Submarinos. El Almirante Miranda, a la sazón Ministro de Marina, introdujo un artículo adicional en el texto de la ley de 7 de febrero de 1915, que rezaba:

Se autoriza al Ministro de Marina para adquirir por gestión directa con cargo a los créditos concedidos por esta ley, hasta cuatro sumergibles y el material necesario para las enseñanzas y prácticas de personal que ha de dotarlos y un buque especial de salvamento.

Se le autoriza asimismo para la organizar el servicio en los submarinos con Oficiales del cuerpo General de la Armada, y para reorganizar el cuerpo de Maquinistas y los Contramaestres, Condestables y demás subalternos, ajustando sus servicios y sus plantillas a las necesidades del mismo material.

A través de
Conferencia impartida por el CN Federico de la Puente Maroto, Comandante Naval de Melilla
Fuentes utilizadas:
Historia del Arma Submarina Española (Armada)

Colaboraciones

(ver en subtítulo autores del artículo)

2 comentarios

  1. Parece mentira que en una historia tan detallada del submarino en España ni haya nombrado a Jerónimo de Ayanz. Es fundamental llenar ese hueco en el artículo, que por lo demás es excelente.

    1. Se tendrá en cuenta el comentario, por supuesto. Muchas gracias por el apunte

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