El mundo está lleno de injusticias, y si no que se lo pregunten a Mijail Petrovich Minin, un soldado soviético que se jugó la vida como tantas personas en un conflicto de enorme magnitud como fue la Segunda Guerra Mundial, y que bien podría haber presentado una queja a las altas esferas del Ejército Rojo por la injusticia que cometieron con él.

Nos encontramos en abril de 1945, en Berlín, la capital del III Reich de “los mil años” que veía como el Ejército Rojo se encontraba ya en el perímetro de la ciudad. Atrás quedaban esos años en los que las tropas alemanas se paseaban triunfales por Europa; ahora, después de meses de retroceso desde los territorios ocupados hacia el corazón del Reich, se encontraban las Waffen-SS, lo que quedaba de otras unidades de combate, ancianos y niños que defenderían a muerte la capital.
No solo había alemanes entre sus defensores, también había combatientes de otras nacionalidades como la Unidad Ezquerra, formada por españoles voluntarios, de los que hablé en otro artículo que pueden leer aquí: «Los españoles que combatieron en la batalla de Berlín»
Las tropas soviéticas, superiores en número y en material, vencían con relativa facilidad a los defensores de la capital, que venderían cara su piel; mientras su líder, Adolf Hitler, permanecía en su bunker. El Ejército Rojo fue avanzando a costa de muchas bajas —a los mandos militares comunistas no les importaba el coste en bajas que supusiera realizar una operación— hasta reducir el cerco y presentarse ante el Reichstag.

Mijail Petrovich Minin fue el primer soldado soviético que subió a la azotea del Reichstag, corriendo gran riesgo porque los focos de resistencia alemanes en ese edificio y en la ciudad no estaban sofocados, pero a pesar de eso, Minin, junto a tres soldados más, subió a lo más alto de este edificio a las 22:40 del 30 de abril de 1945 y colocaron la bandera de la Unión Soviética. Seguro que les suena esa escena, que además es todo un icono, y que se convirtió en la imagen de la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi y el final de la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo.
Volviendo a Minin y a los tres soldados que colocaron la bandera, podemos decir que por desgracia para ellos, en el momento de la colocación de la bandera no había ningún fotógrafo que inmortalizara ese momento histórico. Para solucionar esto, la propaganda soviética le pidió al fotógrafo de guerra Yevgueni Jaldei, de la agencia de prensa TASS, que recreara la escena, y ese día fue el 2 de mayo, cuando ya el Reichstag estaba asegurado. Jaldei pidió a varios soldados que recreasen la escena que habían protagonizado Mijail y los tres soldados.

Ya en el laboratorio, Jaldei, para darle más credibilidad a la fotografía de que se tomó el 2 de mayo, le añadió densas columnas de humo para dar la sensación de que los combates continuaban en la ciudad. Otro retoque fue, que para no dar una imagen al mundo de que los soldados soviéticos eran unos saqueadores, eliminó algunos de los varios relojes que llevaba en la muñeca derecha uno de los soldados y dejó uno en la muñeca izquierda.

Minin y los otros tres hombres tuvieron que conformarse con recibir la condecoración de la Orden de la Bandera Roja, y eso que Stalin prometió la condecoración de Héroe de la Unión Soviética a los primeros que izasen la bandera sobre el Reichstag.
¿Quién se llevó la condecoración que prometió Stalin? Meliton Kantaria, el sargento que aparecía en la foto que realizó Jaldei el 2 de mayo. Con el paso de los años y las sucesivas investigaciones históricas el honor fue pasando de soldado en soldado, pero lo que está claro es que ese mérito reconocido debía corresponder al hombre que realmente colocó por primera vez la bandera roja en el Reichstag.
Fuentes:
- Antony Beevor (2012). Berlín. La caída, 1945
- Jesús Hernández (2015). Pequeñas grandes historias de la Segunda Guerra Mundial