Los avances tecnológicos han marcado siempre un antes y un después a lo largo de la historia y, especialmente en las guerras jugaron un papel decisivo. Cuando creatividad y la ambición iban de la mano, el resultado podía ser catastrófico.
En la Edad Media las limitaciones propias de la época se equilibraban con el ingenio y con la herencia del pasado, ya que muchas de estas armas fueron desarrolladas durante la Edad Clásicae. Lean y juzguen ustedes mismos. A continuación, los 10 inventos más llamativos y destructivos del medievo:
1. Flecha incendiaria:
Era una práctica muy utilizada tanto en asedios como en batallas navales. Su uso antes del asalto a una ciudadela servía para sembrar el caos y mantener a los defensores ocupados en labores de contraincendio, para que las llamas no se extendieran, mientras el ejército atacante penetraba en su fortaleza.
2. Aceite hirviendo:
Se usaba, habitualmente, para defender ciudades amuralladas. El aceite se hervía en calderos gigantes para después arrojar su contenido sobre las tropas atacantes desde lo alto de los muros. Era una forma rápida y efectiva de aniquilar a los intrusos, provocándoles horribles quemaduras que les torturaban hasta alcanzar el consuelo de la muerte.
3. Ariete:
Fue la primera arma de asedio en usarse en Europa. Su función era la de romper puertas o paredes fortificadas. Su forma más simple era la de un tronco grande y pesado. Se cargaba entre varias personas que acometían con fuerza un obstáculo. La fuerza con la que se impulsaba el ariete era suficiente para dañar el objetivo. A veces, como vemos en las ilustraciones, el tronco llevaba en su tope la cabeza de un carnero, decorativo quizás, o para aprovechar su poderosa cornamenta.
4. Onagro:
Era una rústica pieza de artillería que se montaba en las cercanías de la ciudad asediada entre varios hombres, siempre sobre una base que disminuyera la vibración al accionarse, de tierra o prefabricada. Tenía un alcance de unos 800 metros y su munición era básicamente piedras.
Era un a máquina muy parecida la ballesta, pero con el extremo de la palanca donde se ponía la “munición” arrojadiza bastante cóncavo y con forma parecida a la de una oreja de asno, de ahí su nombre. Onagro era el nombre para los asnos salvajes.
5. Catapultas:
Su función era la de lanzar a distancia grandes objetos (de cualquier tipo ) a modo de proyectiles para derribar murallas enemigas y tomar por asalto los castillos. Fue inventada probablemente por los ingenieros griegos, los cuales crearon un diseño móvil para poder utilizarlas tanto en batallas como asedios.
Otras formas más imaginativas implicaban catapultar animales muertos por enfermedad o incluso cadáveres humanos dentro de la ciudad, con la finalidad de extender enfermedades que provocasen la rendición de la misma.
El tipo más eficaz de catapulta era el trabuquete o almajaneque, que funcionaba mediante la fuerza de la gravedad. Un contrapeso se izaba mediante unas cuerdas, que una vez situado el proyectil se soltaban para lanzarlo.
6. Cadáveres:
Las armas biológicas no solo son un método de aniquilación actual, también se empleaban en el medievo. Durante las grandes epidemias, sumergir en pozos o ríos el cadáver de alguna persona que murió de enfermedades infecciosas como la peste bubónica, era letal. Su práctica fue muy utilizada en asedios. Los síntomas pronto se hacían visibles propagándose sin control. Tras un sinfín de bajas, llegaba la rendición.
7. Warwolf:
Se cree que fue el fundíbulo (lanzapiedras) más grande jamás construido. Eduardo I de Inglaterra ordenó la construcción de esta máquina de guerra durante el asedio del Castillo de Stirling en el siglo XIV. Medía alrededor de 120 metros y se necesitaron 5 maestros carpinteros con sus correspondientes ayudantes (10 cada uno aprox.) trabajando sin descanso durante 3 meses para completar su construcción. Podía lanzar proyectiles de más de 139 Kg.
Un relato de la época narra que el rey tuvo varios carpinteros construyendo un artilugio espantoso llamado el loup-de-guerre (lobo de guerra), que cuando disparaba, echaba abajo la pared entera.
8. Fuego griego:
Era un arma basada en una sustancia incendiaria creada en el siglo VI por el Imperio bizantino. La mezcla fue “sintetizada” supuestamente por un refugiado cristiano sirio llamado Calínico, originario de Heliópolis. Sin embargo, algunos autores piensan que Calínico recibió el secreto del fuego griego, custodiado durante años, por los alquimistas de Alejandría.
Los bizantinos empleaban la sustancia incendiaria con frecuencia en batallas navales, ya que era sumamente eficaz al continuar ardiendo incluso después de haber caído al agua. Fue un secreto de Estado altamente clasificado, cuya composición exacta se ha extraviado.
9. Dromon:
Era una nave de guerra ligera que se caracterizaba por su velocidad, de ahí su nombre, que significa “corredor”.
Había dromones equipados con una especie de “lanzallamas de fuego griego”, llamados “sifonóforos”, palabra que deriva de sifón, el sistema utilizado para bombear a presión el fluido incendiario.
10. Garra de Arquímedes:
Para defender la muralla marítima de la ciudad de Siracusa, Arquímedes creó lo que se conoció como la “manus férrea”. Aunque no se conoce con exactitud su forma exacta, los relatos de la época la describen como algún tipo de grúa equipada con gancho de metal que era capaz de elevar a las naves atacantes, parcialmente por encima del agua, para luego dejarlas caer, causando la graves daños o el hundimiento del barco.
Fuentes:
Barbosa Ballesteros, Guillermo. Artículo “Las mejores armas de toda la historia”
Polibio, Historias
VV.AA. Los Siglos medievales del Occidente Europeo
