Esta pintura roja sobre fondo negro realizada, seguramente, en una cerámica de terracota decorativa, representa a una sacerdotisa del mundo griego.
Sabemos esto al reconocer, a la izquierda de la imagen, un altar ritual del que sale un humo, avivado por el aceite o miel que la mujer derrama sobre él, seguramente en medio de alguna liturgia ceremonial. La mujer, vestida con himation sobre chiton, sostiene un objeto sagrado y un ánfora, en la que porta el aceite o miel (a veces incluso leche).
Esta representación nos hace reflexionar sobre varias cuestiones: los oráculos en la antigua Grecia, su importancia y como se entretejían las supersticiones y el misticismo entre los aspectos básicos de la vida helena; así como el papel de las mujeres en esa sociedad. Ambos aspectos se entrecruzan, puesto que a las mujeres se les negó el derecho a participar en la esfera pública; no obstante, continuó siendo la intermediara entre los hombres y los dioses.
Muchas niñas y mujeres, de cierto estatus, se preparaban para ser sacerdotisas de los templos; puesto que la mujer no podía acceder a ningún otro cargo público, ni de relevante importancia.
En Esparta, la mujer, tenía una función de supervisar la producción de las tierras controladas por la familia, en manos de pueblos sometidos , llamadas klaroi. Las mujeres, al no participar en el ejército, hicieron fortuna con estas tierras y el comercio de sus excedentes.
Cabe destacar que, las decisiones políticas de cierta importancia, eran consultadas ante el oráculo, regentado por una mujer, y que según lo que éstas dijeran, el rey, general o político tomaba unas acciones u otras. Por lo que se podría decir que la mujer interviene,de cierta manera, en los aspectos políticos de las polis griegas.
Según consta en los libros de Historia, el Oráculo de Delfos era el de mayor importancia, en la que la suma sacerdotisa (Pitia) entraba en trance y respondía después de un tiempo a las preguntas formuladas.
