Ficción Histórica

Beatriz Cienfuegos y la Armada de Barlovento

Vera-Cruz, el día 11 del corriente mes de febrero, salió de este puerto el Comandante de la Armada de BARLOVENTO Frey D. Antonio Escudero, Caballero de la Orden de San Juan, con las dos fragatas de guerra de su cargo, “San Gerónimo” y la “Santa Rosa” junto al paquebote “El Triunfo”. Lleva bastimentos para 7 meses y órdenes del Exmo. Sr. Virrey Marqués de Casa-Fuerte, para cruzar sobre la costa de tierra firme en seguimiento de los extranjeros tratantes de ilícito comercio. Por la vía de la Habana se ha sabido que las cosas en Europa gozan de tranquilidad, sin que haya novedad de guerra.

Me llamo Antonio Escudero y Muro, tengo 39 años y, seguramente, voy a ser el último comandante de la Armada de Barlovento.

Al menos eso me han dicho; que el tratado firmado con Francia va a garantizar seguridad a las costas de la Nueva España, y ya seremos prescindibles. El Rey siempre queriendo escatimar en gastos… Pero me da a mi, que eso va a ser imposible. Por lo de pronto estamos rumbo a las costas de Tierrafirme, en dónde nuestros vigías parecen haber localizado movimientos sospechosos que bien podrían ser de barcos ingleses. Vamos, los de siempre.

TERRA FIRMA et NOVUM REGNUM GRANATENSE et POPAYAN

Esta singladura no es una más, no; aunque somos los de siempre, incluído Alejandro, el joven ruso que embarcó en Cuba el pasado invierno. Hoy se nos ha sumado a la dotación una curiosa joven, andaluza pude advertir cuando subió la escala. Me acercaré a ella, no quiero ser descortés y no recibir personalmente a esta ilustre invitada.

No entiendo muy bien el propósito de su estancia entre nosotros, pero no suelo discutir las órdenes del Virrey; el Sr. Vázquez de Acuña es un hombre por el que tengo profundo respeto. Sólo espero realizar la singladura sin incidentes, por la seguridad de nuestra dama.

Es joven, no más de 30, viste ropa sencilla, aparentemente… Es idéntica a un retrato que tenía un buen amigo mío en Florencia, cuanto más me acerco más me lo parece. Perfil noble, distinguido y elegante pose; expresión aristocrática… El cabello recogido y ese vestido rojo la hace todavía más parecida a una dama italiana del pasado.

Lucrezia Panchiatichi (1540) Bronzio

—Mi señora. Bienvenida a bordo del San Gerónimo, soy el Jefe de la Escuadra, Comandante Antonio Escudero, para servirla.

— Beatriz Cienfuegos —dijo con voz segura la joven— Disculpe mi atrevimiento, pero ¿Cómo he de dirigirme a usía? ¿Frey Antonio o Comandante? desconozco los protocolos, aunque procuro utilizarlos en la medida que los voy aprendiendo.

Esbocé una sonrisa —No se preocupe, con Antonio estará bien.

—Nunca había tratado antes con un ilustre caballero cruzado, me han hablado muy bien de usía. Por lo que me han contado lleva muchos años sirviendo en la mar.

—Que no le engañen mi rostro querida polizona. Las arrugas son las cicatrices que uno recibe por tratar de dominar el viento. En tierra un día es un día, pero en cubierta cada uno son diez.

—Pues tenga usted cuidado Comandante, he leído que hay vientos traicioneros…

—¡Y que lo diga!

—Hablo en serio, Herodoto hablaba de un viento llamados Simune. Un viento rojo que sopla atravesando África. Rojo por la arena de la Berbería; y que puede incluso cruzar la Mar Océana… —La muchacha abrió de par en par los ojos cuando terminó sus frases, me debió ver mi cara de sorpresa. Era la primera noticia que tenía de ese viento, vaya con la muchacha.

“Retrato de Fray Antonio Martelli” óleo de Caravaggio, realizado en 1608

Beatriz parecía curiosa, pero no de esa clase de personas que incomodan con sus preguntas, sabía cómo formular las cuestiones; su forma de hablar y cuidados gestos indicaban que estaba ante una mujer de refinada educación. Creo que ya estamos todos a bordo, por cierto, hablando de viento, se acaba de levantar ahora. Vamos a tocar maniobra.

—¡Contramaestre! ¡Maniobra general, cambio de bandera! ¡Vamos a aprovechar este viento!— volví de nuevo la cara hacia Beatriz— Disculpe estos gritos, cosas de marinos.

—Lo imagino, no se tiene que disculpar. Comienza el viaje, —dijo asomándose por la borda— tomaré nota de la hora. Por cierto Don Antonio, me gustaría trabajar un poco y poner mis cosas en orden.

—Oh sí, disculpe de veras —Levanté la cabeza y pude ver al guardiamarina ruso— ¡Alejandro! ¡Alejandro venga por favor! Beatriz, el guardiamarina la acompañará a su camarote y le enseñará la ubicación de la derrota para que pueda trabajar. Ya he leído la carta del Virrey a ese respecto y de nuevo me pongo a su disposición, lo que necesite no dude en solicitarlo.

—Gracias Don Antonio, con su permiso —realizó una pequeña reverencia y se dirigió hacia Alejandro que venía, con mucha calma por cierto, hacia nosotros. En fin —¡Contramaestre! ¡Hombre por favor!… Aduje bien eso…

Me llamo Beatriz Cienfuegos, soy cronista, pero no como los que soléis ver en las expediciones y campañas junto a los oficiales. Yo hago mi propia crónica y me encargo de su correcta impresión en la Gazeta de México.

Llegué a las costas de la Nueva España hace casi 2 años, llamada por el padre Juan Francisco Sahagún. El problema fue que las máquinas con las que imprimían la Gazeta se habían quedado obsoletas y no tenían piezas, mi padre —en paz descanse— era impresor en Sevilla y conocido de Don Juan. Iba a ser él quien viniera a entregar el nuevo material en persona, pero por desgracia no ha podido ser. Mi madre se tuvo que hacer cargo de la imprenta familiar y yo misma tuve que encargarme de que México no perdiera su diario. Es una larga historia que algún día os contaré, de momento decirles que llegué a Veracruz junto a un buen cargamento de tinta y engranajes fabricados en Alemania.

Y aquí estoy ahora, navegando con la Armada de Barlovento, rumbo a Tierrafirme. Mi misión: contar la verdad al mundo: Quién nos ataca y cómo defendemos esta parte del mundo del pillaje inglés.

Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.
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